El arte de subirse a la camioneta

El arte de subirse a la camioneta

Me permito tomar parte de un acertado comentario de mi amigo William Ramos del Hemisférico, cuando pregunta:

¿El candidato Daniel Noboa conocerá de las centrales de la ADN (Acción Democrática Nacional, coalición y movimiento político, creados para posibilitar su candidatura en las elecciones presidenciales de 2023), que han aparecido “como por arte de magia” en las ciudades del Ecuador?, por lo menos en la ciudad de mi amigo, estas, están representadas por un grupo de políticos fracasados y reconocidos por su infaltable oportunismo político.

segunda vuelta

Es indudable que “subirse a la camioneta” de los protagonistas estelares de la política, es una de las habilidades que los fracasados la encuentran como de las más útiles, para tratar de alcanzar aquello que por sus propios medios les fue imposible de lograr, entonces, asomarse a la caravana de uno de los finalistas y hacerlo en primera fila, sonreír y tratar de pescar en rio revuelto, en la contienda a la presidencia de la república, lo hacen sin ningún asomo, de vergüenza, ni de sonrojo.

En política, las armas secretas para vencer también caducan

Cuando los sex-simbol envejecen

En política, las armas secretas para vencer también caducan.

El progresismo en sus años de furor juvenil, sintiéndose jóvenes y todopoderosos, capaces de encender los corazones y provocar el deseo de la población que despertaba a las ideas políticas, abrieron la posibilidad del voto facultativo a partir de los 16 años, porque ellos eran el paradigma de la belleza, de la juventud y de las ideas políticas de avanzada.

El voto libre y voluntario

El voto libre y voluntario

Este domingo 20 de agosto de 2023 es un día feliz para mí, porque luego de más de cuarenta años, mi voto es facultativo.

Y es esa libertad para sufragar es la que me permite el deseo de elegir sin tener que pensar en la obligatoriedad o la necesidad de obtener el “certificado de votación”, como la premisa que esta vez me lleva a las urnas.

Desde el año 1979 he sufragado, cuando al Ecuador volvía la democracia, y desde ese entonces tengo el deseo de votar en libertad y ese ejercicio cansón de ir y volver a las urnas con la premisa del voto obligatorio y el consabido “certificado de votación” que la obligatoriedad del voto te lo exige cada vez que tienes que debes transitar por los tortuosos caminos de la burocracia.

El arte de preguntar

El arte de preguntar

 

El momento incómodo del debate de los candidatos a la presidencia del Ecuador empezó por la construcción de las preguntas, que, desde mi punto de vista, tienen fallas estructurales y de forma; de manera que he decidido comentarlas y señalar lo que considero debería ser al menos sujeto de revisión de forma y de fondo por sus autores el Comité Nacional de Debates bajo la responsabilidad del Consejo Nacional Electoral (CNE), en la redacción de las preguntas para futuras discusiones preelectorales.

La evidencia dice que algunas de las preguntas no fueron neutrales y que estaban cargadas de un sesgo ideológico que está reñido con el espíritu democrático que supone un debate entre candidatos de diferentes orientaciones política.

Una "pregunta sesgada" influye en la respuesta de los candidatos y esto hace que contesten algo que sea “políticamente correcto” de cara a la audiencia, pero que no refleja lo que piensan o sienten.

De hecho, existen preguntas que parecen expresar no una opinión sino un veredicto de verdad absoluta e irrebatible con que los creadores de la pregunta que al parecer quieren que los candidatos compartan.

Algunas preguntas están hechas de manera que impiden la diversidad de criterios, los candidatos deben tener la oportunidad de expresar sus opiniones en libertad y que no se alineen con el intento de manipulación implícita en la pregunta.