COMO EN EL VIEJO OESTE

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COMO EN EL VIEJO OESTE

Por: Ramiro Cabrera Revelo

 

Manadas de caballos briosos pasan con sus arrieros que son los contrabandistas del sector y sus gritos de obediencia a las bestias son voces no tan campesinas. Ahora ellos son los nuevos cowboys del barrio que parece una hacienda, la cancha de voleibol es un corral, las hierbas de la calle suburbana son ahora las pasturas. La gran carretera asfaltada que conduce al puente internacional de Rumichaca luce desolada y el rio Carchi de lecho profundo a su izquierda es un viejo lleno de historias de riqueza y de miserias debido al contrabando.

Cerca de quinientos caballos atraviesan el río en las noches cada uno llevando dos quintales de productos en ruta hacia Ipiales desde que el puente internacional está cerrado por la epidemia. Me pregunto, si a más del tema meramente económico, alguna autoridad vela por los derechos de los animales así usados y desechados y si es que en los barrios del norte de la urbe debemos contemplar las calles que no son terrenos agrícolas para ser abonados por el estiércol.

Rumbo a Rumichaca a diario vemos cientos por no decir miles de caminantes venezolanos que atraviesan como en una pesadilla este “viejo oeste” que la desgracia ha puesto frente a nuestros ojos. Estas carreteras desiertas son testigos del calvario de los venezolanos que van de regreso a su país siendo explotados por las bandas de delincuentes de su misma nacionalidad, que se han adueñado de los pasos ilegales cerca de Rumichaca y que cobran una tarifa de $30 a $50 dólares por persona.

Desde el Mirador de los Pastos, Urbina y el Morro los habitantes del paso fronterizo no cesan de asombrarse de lo que observan debido a que Rumichaca es parte de su historia con mitos y cuentos que interesan a todos, como la “piedra del diablo” una gigante  suspendida entre ambos lados del río Carchi o de las tentaciones de la otra vida que aparecían en el río Tajamar a la altura de El Morro, o las historias de la olla de agua termal bajo el puente antiguo en donde salía el diablo en forma de chivo a la media noche, o las experiencias del comercio del cacharro que desde tiempo atrás calmaba las necesidades.

Los abuelos de estas comunidades con quienes hemos dialogado en estos días usando mascarillas y guantes, esperan que “el viejo oeste” que hemos visto en las películas de pistoleros en donde el más fuerte impone su ley, y que se ha instalado en la zona, se acabe y que el mundo inaugure una nueva era. Nuestra espiritualidad manifiesta en la cultura, los saberes agrarios, los valores de nuestros mayores, la unidad familiar y comunal, nos permitirá vencer. La vuelta a nuestra identidad es la respuesta.

 

 

Imágenes: Impacto Fronterizo