LO BUENO, LO MALO Y LO FEO DE LOS DISCURSOS POLÍTICOS.

 LO BUENO, LO MALO Y LO FEO DE LOS DISCURSOS POLÍTICOS.

 

Las elecciones permiten rejuvenecer y oxigenar las instituciones públicas, abren oportunidades para que los ciudadanos participen con su talento, inteligencia y generosidad.

De hecho para hacerlo tienen que comunicarse a través del discurso político que adquiere un carácter estratégico.

 

LO BUENO

 

Al candidato le permite:

  • Expresar sus ideas con argumentos coherentes y lógicos, para de esta manera darse a conocer.

  • Exponer sus planes, programas, proyectos y sueños de manera clara y creativa.

  • Le permite identificarse con sus electores, con sus expectativas y aspiraciones.

  • Poder hacer sus propuestas y fortalecerlas y poder atraer a los indecisos.

  • Asumir un compromiso personal, ideológico y patriótico frente a su comunidad.

  • Marcar diferencias con sus adversarios y provocar polémicas saludables y necesarias respecto a la manera de abordar los problemas de su incumbencia política.

 

LO MALO

  • Desarrollar una campaña electoral sin el conocimiento de las realidades de sus comunidades, de sus habitantes y del tejido social, cultural y económico.

  • Exagerar en sus propuestas de campaña, superando irresponsablemente el límite de sus posibilidades personales y políticas.

  • Proponer discursos que exacerben el ánimo de las personas, desatando las bajas pasiones, ánimos revanchistas o fundamentalismos ideológicos.

  • Suplir la falta de argumentos con discursos que se enfocan a deshonrar o desprestigiar a los contrincantes políticos.

  • Manipular los valores sagrados de las personas como la religión o la identidad cultural, para crear grupos antagónicos violentos.

LO FEO

  • Usar frases utilizadas y gastadas por todos.

  • Imitar a los grandes líderes demostrando una figura grotesca y ridícula, por ser ajena a su forma natural de ser.

  • Irrespetar a las personas con un mismo discurso repetido sin importar el escenario.

  • Utilizar a los electores para arribar a puestos de prestigio y aprovechar para hacer de aquello un feudo personal para colocar ahí a sus parientes y amigos o para enriquecerse sin rubor alguno.

 

Jorge Mora Varela.