PROFESORES SIGLO XX vs ESTUDIANTES SIGLO XXI

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A propósito de los días internacionales del estudiante y del niño.

"NO es posible educar a los niños del siglo XXI, con profesores siglo XX, educados con los paradigmas del los siglos XVIII y XIX"

 

PROFESORES SIGLO XX vs ESTUDIANTES SIGLO XXI

Jorge Mora Varela, Mgtr.

Les evidente que la educación incide y modifica los modos de vida de las personas. De acuerdo a la tradición educativa ecuatoriana, el “aprendizaje ha estado asociado a la idea de escolarización”, de manera que las estrategias  se ajustan a un plan de estudios, a un calendario académico, aprobado por las instancias legales pertinentes y regulados por un marco normativo de cumplimiento obligatorio, armado de tal manera que los logros puedan ser cuantificados a través de un sistema de evaluación, determinado , para proceder con la acreditación y a la entrega de la certificaciones de ley, en los tiempos y de acuerdo a las normas establecidas, para lograr “personas de bien” y que puedan “triunfar en la vida”.

A los profesores que nacimos en el siglo XX y que fuimos formados con el modelo de la ilustración de los siglos XVIII y XIX, nos es natural ir de acuerdo al modelo tradicional el de la escalera ascendente, que va de simple a lo complejo, de lo particular a lo general, de lo concreto a lo abstracto, de lo próximo a lo lejano, donde los conocimientos se seleccionan, organizan y se enseñan, de manera gradual y acumulativa, fragmentada, en medio del pizarrón, los cuadernos, los apuntes y los libros, con docentes que sigan los planes y programas aprobados por la autoridad central.

 

Pero la realidad del siglo XXI pone en entredicho las maneras de cómo se “adquieren los conocimientos”, la manera como aprenden las personas nacidas en este siglo, ellos obedecen al modelo de la espiral recurrente, se desarrolla en ambientes de  hipertextos, multimediales, con una cantidad gigantes de imágenes, links, libros digitales y que está en las manos de los jóvenes en sus teléfonos inteligentes, con acceso continuo y permanente al internet.

Por ello para quienes administran la educación es prudente mirar las nuevas formas de adquirir el conocimiento, esta realidad exige no perder de vista la selección y el orden de los contenidos, para que se ajusten a las transformaciones económicas, sociales y culturales, promovidas y sostenidas por el modelo político, globalizado e interconectado, en espacios intersubjetivos, complejos y con frecuencia contradictorios, impulsados por el desarrollo tecnológico y con la aparición de movimientos artísticos como el dadaísmo y el surrealismo, que cuestionaron los cánones artísticos vigentes, esto permite reivindicar y defender el automatismo psíquico del ser humano.

En este momento de la historia que se desarrolla en escenarios geopolíticos, interconectados y por ello vinculados con tramas simbólicas de culturas globales y particulares a la vez. Un ejemplo que ilustra esta nueva realidad lo ofrece la misma literatura latinoamericana con “La Rayuela”  de Cortázar (1963), que proporciona un texto multidireccional, que libera al lector y le ofrece una serie de recorridos posibles. Con ello tiene la posibilidad de un “contra relato”.

Entonces surge una manera nueva de leer y de escribir, de imaginar y de pensar, al que le incorpora el azar y lo imprevisto, entonces el educando tiene la posibilidad de participar en la selección y adecuación de los contenidos en forma de problemas a resolver o proyectos a desarrollar en cooperación con otros, con los cuales  se comunica, intercambia y cuestiona, en un escenario de red.

La cultura del siglo XXI, transcurre entre redes, con recorridos divergentes, esto produce profundas transformaciones socioculturales, psicológicas y pedagógicas, en la que si el docente y sobre todo las instituciones no las entiende y las asimila se producirá una serie de relaciones conflictivas. Por ello creo que como decisión política institucional, los planes y programas curriculares deben repensarse, tanto en la selección de los contenidos y su organización, para encontrar formas idóneas de comunicarse, interactuar y acercase a los otros, que debe ser imperativo de la educación en y para el futuro.

La realidad  de los nuevos tiempos crea una nueva racionalidad educativa que exige pensar otras maneras de organizar, aplicar y distribuir el conocimiento de forma conectada, crítica y creativa, el de la espiral recurrente.