RICHARD CARAPAZ ¿TIENE LA DISCIPLINA Y EL TEMPLE?

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En el deporte, la probabilidad de “marearse” y perder el rumbo, es alta; son frecuentes las historias de deportistas que no pudieron manejar la fama, fracasar y caer en el olvido.

RICHARD CARAPAZ ¿TIENE LA DISCIPLINA Y EL TEMPLE?

Existen personas que tienen la cualidad o don natural para atraer a los demás por su personalidad, son aquellos personajes que tienen “carisma” o “ángel” y que con el paso de los años y de una trayectoria sobresaliente pueden alcanzar la “idolatría”, porque alcanzan altos niveles de popularidad y admiración.

Esta capacidad solo la alcanzan ciertas personas capaces de motivar y suscitar la admiración de sus seguidores como efecto de la magnitud de sus gestas y una especie de “magnetismo personal”, que agrada a las personas, las atrae y las cautiva, con ello despierta la admiración y la identificación con su manera de ser y con sus logros.

Tal es el caso del deportista en la disciplina del ciclismo de ruta Richard Antonio Carapaz Montenegro, nacido en el año 1993 en la comunidad La Playa de la Parroquia el Carmelo en la Provincia del Carchi, que hasta el año 2017, ganó la Vuelta a Guatemala, categoría sub-23, el Campeonato Panamericano en Ruta Sub-23, una 1 etapa del Clásico RCN, la Vuelta de la Juventud de Colombia, una etapa a la Vuelta a Navarra y tuvo una destacada actuación en la vuelta a España y por esta serie de éxitos deportivos la Asamblea Nacional Ecuatoriana le otorgó  la condecoración “Vicente Rocafuerte” al mérito deportivo.

 

A renglón seguido un grupo de ciclistas entre los que estuvo Richard Carapaz, cometieron una falta disciplinaria, por la cual fueron separados de la delegación ecuatoriana que debía participar en los juegos Bolivarianos 2017.

Independientemente de haber reconocido su error y haber presentado las debidas disculpas a sus compañeros deportistas, a las respectivas autoridades del deporte, a sus familias y al pueblo llano, de quienes son referentes, me agrada la reacción de ellos, lo hicieron de manera avergonzada, dolida y sencilla, porque que saben que tienen que levantarse, por sus propios medios, redefinir sus objetivos y luchar para lograrlos.

En el mundo del deporte, de la hiperconectividad y de la popularidad inmediata, la probabilidad de “marearse” y perder el rumbo, es alta. Son frecuentes las historias de jóvenes y sobre todo en el deporte profesional, que no pudieron manejar la fama y por lo tanto no pudieron aprovechar su potencial, para construir carreras brillantes, sólidas, capaces de colocar sus nombres en la historia sobresaliente de sus pueblos, donde solo pudieron brillar con la fugacidad de la pirotecnia, para luego perderse en el fracaso y el olvido.

Si tomo la metáfora de los siete cielos de la Divina Comedia de Dante Alighieri, los resultados de Carapaz, lo pueden colocar en el primer cielo, pero creo que su potencial podría llevarlo a las más altas cumbres, allá donde moran los dioses de la historia del ciclismo, los Fausto Coppi, Eddy Merckx, Bernad Hinault, Miguel Induraín, los Luis Herrera, los Martín Emilio Cochise Rodríguez entre tantos y tantos.

Para alcanzar las metas más ambiciosas y triunfar en el plano individual se necesita temple, decisión y una férrea disciplina, en lo colectivo se necesita decisión política, trabajo en equipo, auspicios, recursos humanos, tecnológicos, científicos, estratégicos, para que se puedan ganar vueltas importantes, campeonatos mundiales, medallas olímpicas.

Lejos de las debilidades humanas, pienso que ya es tiempo para que los ciclistas carchenses se propongan objetivos ambiciosos, que les permita enfocarse en metas grandes que rayen en la utopía y que ojalá tengan la inteligencia, el carácter, el temple y el apoyo necesario para lograrlo.

 

Jorge Mora Varela