La Madre Eternidad

La Madre Eternidad

 

En algún instante misterioso, en el principio de un tiempo sin tiempo, la Madre Eternidad dio a luz a el palpitar del evo de mi existencia fuera del alcance del raciocinio mortal. Mi Padre, Wakan Tanka, me pensó (creó).

 

En el sueño de la Madre Eternidad, muchos instantes fueron fabricados para extrañas dimensiones y espacio - tiempos, como si mi niñez requiriera de muchos salones de juego a mi conveniencia. La armadura de la inmortalidad se guardó en un cruce mágico de los pasos del dios de las mil risas.

 

Un poco antes, de un instante en este instante, en uno de los espacio - tiempos de las extrañas dimensiones, escogió la Madre Eternidad, la cuna de mi vida, y la forma de todas mis formas.

 

En otro superuniverso lejano a este, con el brillo de una supernova, se abrieron mis ojos y se encendió mi aliento. El Dragón Blanco emprendió el vuelo interestelar y cósmico hacia Orvonton.

 

Wakan Tanka, guardaba el idilio arcano entre el dragón y la diosa de cabellos negros.

 

En la Madre Eternidad fue escrito un libro de donde se recoge este extracto que es apenas un destello imperceptible de una corriente de vida que, como Su Padre, no tiene principio ni fin; no conoce lo que los mortales llaman tiempo.

 

En un beso del hermano viento hacia la hermana tierra se guardó el cuerpo de los distintos linajes de este mago que ahora escribe el arcano inmarcesible de lo incorruptible.

 

Cómo explicar sin ambages, la sencillez de un juego en la trama de la vida!

 

El bagaje de Dios está resuelto en el brillo de las lagunas donde se baña la luna; en la oscuridad silenciosa de mis versos:

 

créate ensueño mío,

con la voz de mis suspiros,

mientras la luz aleje las sombras,

y me mires en ningún destino.

 

Aquí te espero, en ningún sitio, no hay lugares ni destinos. Eres sueño de tu sueño cuando yo te ensueño en mis escritos.

 

non ego, lux vobiscum