EL PAÍS DE LOS CURUCHUPAS Y CONSERVADORES

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EL PAÍS DE LOS CURUCHUPAS Y CONSERVADORES

En el mundo imaginario del realismo hispanoamericano, había un país al que le encantaba el curuchupismo y el conservadurismo, en este país imaginario, parecía ser un altísimo mérito sociocultural hacer ostentación de su religiosidad, en la forma de expresar las ideas, en sus conversaciones, en sus publicaciones en sus cuentas de redes sociales, sus expresiones tan repetitivas y tan gastadas ¡si Dios lo quiere!, ¡si es la voluntad de Dios!, ¡Dios NO lo quiere!, ¡gracias a Dios!, todo el día, en todas partes se le notaba su discurso curuchupista, llegaba a convertirse en una “cantaleta”, parecía una repetidora como si fuese el rabo del cura del pueblo.

Pero hacerlo parecía que, a los ojos de sus semejantes le daba “autoridad moral”, “legitimaba su discurso”, era “socialmente correcto”.

 

Era partidario de mantener los valores políticos, sociales y morales tradicionales como si esa fuese su misión en la vida, oponerse a las reformas o los cambios radicales en la sociedad, porque según este habitante de este país imaginario, ¡esa era la voluntad de Dios! y esa era la manera de justificar sus miedos, sus prejuicios y su ignorancia.

Por esta razón luchaba contra sus mismos jóvenes, los que querían cambios, a los que estaban contaminados por las ideas “progresistas”, “liberales”, “comunistas”, “ateas”, “demoníacas”.

Y los cuidaba, a sus jóvenes, hasta que estos se hacían adultos y pasaban a engrosar las filas del curuchupismo y el conservadurismo, entonces estos a su vez también luchaban contra el fervor de los más jóvenes que nacían con esta especie de pandemia del cambio y del progreso, enviada por el demonio, hasta que los chicos se hacían adultos y así el curuchupismo y conservadurismo siempre tuvo fieles y adeptos y por esta razón este pueblo siempre tuvo ejércitos de curuchupistas y conservadores, hasta que desapareció de los anales de la historia olvidada, pero eso siempre fue fiel en su oposición al cambio y al progreso.

 

Jorge Mora Varela.

 

 

Imagen Mujeres