LOS ENEMIGOS DEL GOBIERNO Y LA CONSPIRACIÓN

Carchi Opina Visto: 1055

LOS ENEMIGOS DEL GOBIERNO Y LA CONSPIRACIÓN

El pensador alemán y al servicio del nazismo Carl Schmitt es el creador de la disyuntiva amigo-enemigo y el síndrome del “enemigo externo”, como eje central del juego político.

Este es un principio que lo usan con frecuencia, la noción amigo-enemigo constituye la esencia de lo político, dividir al país entre los “amigos” incondicionales del gobierno y los “enemigos”, aquellos contra los cuales existe una disputa permanente e irrenunciable.

Porque ellos, “los “enemigos” encarnan a quienes se oponen de manera ciega a todos los planes, programas, proyectos del gobierno y por lo tanto hay que señalarlos, desarmarlos, someterlos, reducirlos y liquidarlos; esta estrategia nació con el nazismo y lo han aplicado los estalinistas en la extinta URSS y los castristas en Cuba, los socialistas del siglo XXI en Latinoamérica.  

El dilema amigo-enemigo es frecuente en regímenes totalitarios, esto exige el enfrentamiento permanente y el uso de la violencia hasta que se derrote al rival, porque este no tiene ningún mérito ni valor.

Este tipo de estrategias ha sido común en la revolución bolivariana de Venezuela, dónde no hay adversarios políticos, ni espacios democráticos, solo hay enemigos a quienes hay que doblegar porque ponen en peligro la revolución, el pensamiento del líder y con él los dogmas de los revolucionarios. Este tipo de personajes utilizan términos descalificativos como “apátridas”, “lacayos del imperio”, “burgueses”, “traidores”, “neoliberales” cualquier palabra denigrante que los haga ver a los opositores como, seres despreciables y contra los cuales vale todo tipo de condena o castigo. Epítetos reservados para quienes piensen de modo distinto a quien detenta el poder.

Por lo general se intenta aplicar estos calificativos a ciertos líderes políticos con arrastre popular, para estigmatizarlos, inhabilitarlos y para tratar de sacarlos del camino “como sea”.

Esta estrategia desemboca en la frase utilizada en Norteamérica: Siempre hallarás un agente externo a quien culpar”; premisa utilizada para explicar la tendencia de los políticos para atribuir a sus enemigos por sus errores.

En Venezuela se explica el fracaso de su modelo no por sus propios errores sino por la “guerra económica”, Cuba por culpa del embargo de los Estados Unidos, el kirchnerismo de Argentina apunta al gobierno neoliberal de Macri,  en España se sigue culpando a Franco, Hispanoamérica al que se ha sumado Biden y el Papa Francisco, siguen culpando a Colón y así el mundo está plagado por los otros a quien culpar.

En el Ecuador, ¿el presidente Guillermo Lasso también ha empezado a utilizar esta estrategia propia de los regímenes totalitarios?, motejar, señalar y culpar de los males del país a este “Triunvirato de la conspiración” y desentenderse de sus propios errores o limitaciones.

Seguro que esta estrategia política le dejará adeptos fieles ciegos y fanáticos como fueron en años anteriores los ultras del correísmo, pero no más que eso.

Me gustaría un gobierno ecuatoriano alejado del juego político inventado por Carl Schmitt a mediados del siglo XX y más concentrado en gobernar con lucidez, sin fanatismos sin estrategias fallidas. El señor Guillermo Lasso tuvo un tiempo largo antes de llegar a la presidencia, por lo tanto y en teoría debería tener los argumentos suficientes para gobernar de manera adecuada al Ecuador sin apelar al juego sucio de la política, ese que recurre a exacerbar las pasiones básicas de sus ciudadanos, el fanatismo, la intolerancia, la violencia y confiar más en la preparación, la mesura política y las oportunidades que le ofrece el entorno lúcido de la política local e internacional.

 

Jorge Mora Varela

 

Triunvirato de la conspiración

Guillermo Lasso