LOS TRES CONSEJOS

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Los Tres Consejos.

 

Un hombre estaba decepcionado de la vida. Para apaciguar a su corazón emprendió un largo viaje sin ninguna brújula. En un camino un tanto extraño, encontró con un anciano que le hizo una propuesta: entregarle tres consejos a cambio de todo el dinero que llevaba. El hombre aceptó.

Mientras seguía su camino, encontró un atajo que lo llevaría más rápido, pero se acordó del primer consejo que había comprado:

"No andarás por caminos extraviados"

y siguió por el Camino Real tranquilamente. Al llegar al lugar donde terminaba el atajo, se enteró de que unos asaltantes habían matado a un hombre, el viajero pensó: estuvo bueno comprar el consejo.

Siguió su camino. Al llegar la noche se encontró frente a una casa. Pidió posada, el dueño le hizo entrar y le convidó a la mesa. Mientras se servía, el hombre que había comprado los consejos miró a una mujer andrajosa, flaca y desaliñada, que encadenada gateaba por el suelo recogiendo las migajas. Aunque el anfitrión trataba que la conversación girara ante esa terrible situación, nuestro personaje no hizo ningún comentario. Es que recordó el segundo consejo que había comprado al viejo:

"No preguntes lo que no te conviene".

Hizo bien, porque quienes preguntaban sobre el estado de esa mujer morían en manos del amable anfitrión, que no soportaba esa pregunta.

Después de mucho caminar y de conocer el mundo, llegó a un pueblo en el que se estableció y vivió por mucho tiempo. Un día sintió nostalgia de su familia y decidió volver a su casa. Muy cerca estuvo de su antigua morada, cuando divisó que entraban y salían muchos hombres. Pensó que, durante su viaje, su mujer le había engañado y sintió que tenía ganas de matar a todos aquellos pretendientes. Pero recordó del tercer consejo:

"Guardarás la ira de hoy para mañana".

Al día siguiente se acercó a los vecinos y preguntó quiénes eran los jóvenes que entraban y salían de la casa. Le respondieron que eran los hijos de la señora y de un padre, que un día había emprendido el peregrinaje, porque estaba decepcionado de la vida. El hombre que llegaba de sus andanzas, no pudo reconocer a sus hijos y por eso agradeció el tercer consejo. Llegó a casa, se reconocieron entre todos e hicieron las paces, para volver al tiempo antes de la partida. Nadie sabe quién era el anciano que le entregó los consejos, pero algunos sospechan que era Jesús.

Colorín, colorado, este cuento ha terminado.

 

 

Tomado del Libro “MEMORIAS DE MIRA”
Autor: Rosa Cecilia Ramírez Muñoz