Tulcán

Jorge Mora Varela Visto: 5893

Tulcán

¿Por qué la gente de esta tierra es tan valiente?

¿Por qué los hombres y mujeres tulcaneños no se hincan?

¿Por qué hablan tan poco y trabajan tanto?

¿Por qué se ama con intensidad y aun así parecer tan huraños?

 

¿Cuál es el secreto de este suelo?

¿Cómo entender la cultura en este paraje frio?

¿Dónde nace la historia de esta raza?

¿Quién podría explicar a este pueblo único? 

 

He caminado por sus calles infinidad de veces,

la he visto desde dentro, desde sus entrañas,

la he visto con la fuerza de mi corazón,

he tenido que alejarme para mirarla desde lejos.

 

He subido a sus montañas para verla como la ven los pájaros,

desde el Chiles, el Cumbal, desde el monte de Chapués,

he sido testigo de sus frutos que salen desde sus entrañas,

capaz de entregar desde su seno “negro” la papa roja con sabor a gloria.

 

He dibujado su imagen, lentamente y en silencio.

la he repasado, la he coloreado y me acompaña.

he dejado vagar mi mente antes de los mestizos,

antes de los Tuzas, Quillasingas, antes de los mismos Pastos.

 

Antes de que cualquier ser humano se dejase enamorar

de sus montes y sus ríos, de su cielo y del viento libre,

antes, mucho antes cuando los animales eran los amos,

y podían saltar entre sus parajes verdes.

 

Sobre esta misma tierra:

 

Que era el refugio de un hermoso Puma de color dorado,

que había llegado desde el rio Plata, al otro lado del Chiles,

tras la huella de un venado de enorme cornamenta,

y que encontró un maravilloso paraje para vivir.

 

Durante el día curioseaba, mientras saltaba entre los montes,

buscaba, con paciencia y sin descanso su alimento,

miraba con curiosidad el entorno en lontananza,

y se dejaba seducir por los colores que dejaba el sol en el ocaso.

 

Así pasó la vida del Puma que se olvidó su casa,

para quedarse en estas tierras que lo atraían tanto,

hasta que una tarde mientras moría el sol entre los páramos,

el hermoso animal se quedó dormido para siempre.

 

Pasaron tantos y tantos años, su sangre se filtró entre la tierra,

su osamenta se cubrió de tierra y nacieron árboles y flores.

donde quedaron las garras nació por primera vez el “pumamaqui”,

con las hojas que tomaron la forma de sus manos.

 

Porque corre por las venas carchenses la casta de un hermoso puma,

que tiñó de rojo nuestros alimentos,

que nos hizo laboriosos y discretos,

que nos hizo enamorar de la tierra, los montes y del cielo,

 

Entonces:

 

Entiendo porque la gente de esta tierra es tan valiente,

porque los hombres y mujeres tulcaneños no se hincan,

porque sobre estas lomas se trabaja tanto y en silencio,

porque se ama con intensidad y aun tener el gesto huraño.

 

Jorge Mora Varela