TULCÁN

Wilson Viveros Castillo Visto: 876

 

TULCÁN.

Wilson Viveros C.

¡Tulcán!....

amada de mis recuerdos,

lenguaje petrificado en la arcilla de los Pastos,

vigía de los Dioses que gobiernan mi nostalgia,

señora de respeto, culta y cariñosa.

 

 Campanario en lejanía  

que propagas una historia,

sucursal de rebeldía…

avivada en los rescoldos

de La Revolución Montalvista,

en la memorial Toma

del Batallón Manabí

y en aquel Heroico 26 de Mayo…

teñido de sangre hace medio siglo.

Mil jinetes de Marte

galopando en tus desvelos,

y un satélite de acuarios acaricia tus mejillas;

de lo alto se te mira sonriente…

bogando, chapoteando, coqueteando…

 como intrépida burbuja

que desnuda te acuestas  

en un océano remendado de colores.

 

Tus calles…

entonces caminos vericuetos,

venas que llevaron genes

en fluido metabólico…

para barnizar sonrisas,

voces y susurros de tu gente.

 

Cada día en la plaza de antaño,

se reinscribe tu nombre ya longevo   

repleto de históricas hazañas

martilladas por hombres y mujeres

que ayer empuñaron armas y arados…

 y ahora… levantan banderas

en la faz de la tierra.

  

Así palpita la valentía de tu raza

cual golondrina que aletea…

en los balcones de un imperio

ya remoto,

o en las tramillas infinitas del tiempo.

 

El Chiles con sus laderas y frailejones,

se yerguen

como perpetuos alcores…

vigilando tu despertar y tu letargo

que a veces se torna

desolado.

Tres bulliciosos ríos disputan tu amorío

que bordeando la esbeltez

cobriza de tu cuerpo…

refrescan tu cutis

bronceado por abriles.

 

Y el benigno campo santo

apacible regazo de tierra milenaria

 recibe  los despojos de tus hijos…

que descansan con la ilusión de reencarnarse

tal vez en tus cabellos matiz noche sin luna

o en las pupilas de tus ojos seductores.

 

De tu frente altiva y orgullosa,

vierte el agua cristalina…

y para pacificar la sed

y dar aliento al proletario

la desperdigas

a cada punto zodiacal

de tu existencia.

 

¡Tulcán!...

hilandera de los cisnes,

abuela del légamo y chaquiñanes…

pariste horizontes al calor de una hoguera

atizonada por leños encrespados por el frío…

o por el ferviente rigor de tu verde savia.

 

¡Tulcán!...

abuela de mis abuelos,

miras con ternura frágiles libélulas

que sigilosas van camino al silencio

pintarrajeado con compongas 

de cueches, de duendes y de miedos.

 

Miras las arañas,

diestras tejedoras…

que trenzan con paciencia

 bufandas para el sol…

y proteger precarios  montecillos

 destruidos por la sociedad ahora atormentada…

que alambra la sonrisa de los niños

obligados a jugar con desventuras.

 

Miras con sollozos

unos tantos pajarillos

que esquivos prevalecen

entre restos de la fronda,

el ciempiés que camina contando

unas cuantas hojarascas

y el búho que calcula

la posición de las estrellas.

 

¡Tulcán!...

ciudad de antaño y del presente,

despiertas a tus hijos

de lunes a domingo

incitando a la faena del campo y de la urbe…

en pos de la vanguardia del futuro.

 

¡Tulcán!... ¡Tulcán!...

¡Cuánto te quiero!

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Tulcán, 11 de Abril del 2021.