LA MUERTE Y LA HISTORIA

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A propósito de la muerte de Diego Armando Maradona y las reacciones contradictorias hacia el 10 de la Argentina.

 

LA MUERTE Y LA HISTORIA

 

¿Qué debería recoger la historia de los seres humanos relevantes?

La misma historia demuestra que con algunos personajes, las memorias escritas han sido generosos hasta la exageración y a estos “elegidos” se los ha llevado a declararlos dueños de la verdad absoluta e indiscutible, con o sin razón, porque estas personas disfrutan de la categoría de seres, perfectos, impolutos, modelo de verdad, intachables, en ese panteón de privilegiados han morado sin discusión y por mucho tiempo por ejemplo Simón Bolívar, la Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, Abraham Lincoln, el Mahatma Gandhi entre tantos.

De la misma manera a otros se los ha demonizado de entrada y en ellos se caracteriza el mal en toda su dimensión maléfica y malvada. En ese panteón de los condenados lucen los nombres de Nerón, Calígula, Hitler, el Gengis Kan, Mohammad Gadafi, Idi Amin Dada, Pol Pot, Sadam Husein, Osama Bin Laden, y un largo etcétera.

Otros tienen el beneficio del cristal y del ángulo con que se los mire, aquí pueden morar, por ejemplo: Joseph Stalin, Francisco Franco, Benito Mussolini, Augusto Pinochet, Mao Tze Tung, Cristóbal Colón, Hernán Cortez, Fidel Castro, el Che Guevara, Augusto Pinochet, también entre tantos.

Esto demuestra que la historia y sus juicios son hechos políticos, que dependen de quienes la escriben, de los ganadores, del poder económico, del poder político o del momento histórico.

Me alegra que, el siglo XXI, haya colocado a la mismísima historia escrita en entredicho y la esté sometiendo al juicio de la duda y la obligue a repensarse y a reescribirse.

Es más quizá a reinventarse, a pelearse con sus defensores a ultranza y a amistarse con quienes la cuestionan, para hacer de ella una herramienta útil e inteligente que permita pacificar desde lo más profundo la memoria de los pueblos y podamos construir un futuro en mejores términos de paz, porque por fin se podrían cicatrizar las heridas lejanas y dolorosas que jamás cerraron y que marcaron las verdades indiscutibles de los pueblos.

Si no, pregúntenle a los palestinos y a los judíos y su conflicto milenario que se enciende con frecuencia y parece NO tener fin, o a los que hoy intentan entenderse y pacificarse agrediendo a las estatuas de sus conquistadores que llegaron hace más de quinientos años.

Dónde debería ubicar la historia al Diego: en el cielo de los semidioses, en el infierno de los condenados o tener a libertad para estar dónde cada uno quiera ubicarlo y así liberar las cadenas de la historia para todos y para todo.

Creo que este caos producto de la libertad de NO atender la "Historia Oficial" traería una compleja crisis de identidad, pero al fin me parece que se podría ver la luz, una nueva luz.

 

Jorge Mora Varela.