El Ecuador amazónico, desde siempre y hasta siempre

¿Desde el mito o la leyenda?

El Ecuador amazónico,  desde siempre y hasta siempre

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https://fb.watch/qgObSkAQia/ desde 1h12' hasta 1h25'

Fue la última proclama del presidente de la república del Ecuador Jaime Roldón Aguilera el 24 de mayo de 1981, unas horas antes de morir en el Cenepa territorio de conflicto entre el Ecuador y el Perú desde hacía dos siglos.

¿El presidente Roldós hablaba de mitos o verdades históricas?

 Jorge Brasil

Para hablar de la historia y de sus protagonistas primero quiero reclamar una revisión de los términos con los que tratamos a los exploradores, en este caso del dorado, del país de la canela y del Amazonas.

Suele decirse con ligereza y sin mayor razonamiento que llegaron a estas tierras que constituyen el nuevo mundo, la América “lo peor del país más atrasado de la Europa”.

Y NO, yo soy hijo de migrantes desde mis dos vertientes paterna y materna; yo vengo de las mujeres “moras” que salieron de España y de los emprendedores del dulce que llegaron del Nápoles Español y ellos migraron para encontrar otras formas de vida y lo hicieron de forma admirable, con carácter, decisión, valentía y esperanza.

Al igual que yo, también decidí migrar en compañía de mi familia, del pueblo pequeño a la gran ciudad y no lo hicimos porque hayamos sido de lo peor que haya sido escupido el pueblo, solo habíamos buscado construir en otro escenario otras formas de vida, y al igual que mis antepasados lo hicimos con carácter, decisión, valentía y esperanza.

Por esta razón quiero pensar en este caso a mi país, el Ecuador, al dorado, al país de la canela y al Amazonas, desde el carácter, la decisión, la valentía y la esperanza.

Y que fortuna vivir en el tiempo de la globalidad, dónde podemos tener el conocimiento del mundo en la palma de la mano con dos herramientas que a mí en particular aún me causan asombro, el internet y los dispositivos inteligentes.

Caso contrario seguiríamos encerrados en el país y el mundo de las fronteras cortas, cercados por la “verdad oficial”, el libro de texto o los mitos y leyendas que se transmitían de boca en boca y de complejo en complejo.

Condenados a la memoria eufórica, con el deber cívico de recordar el pasado mejor de lo que fue, o peor, de lo que nunca sucedió o a la memoria fatalista, que nos lleva a vivir con miedo y culpar de aquello a lo que yo creo que pasó porque así me lo contaron, entonces a falsificar la historia para sostener las barreras, las fronteras, los odios y el rechazo al otro.

Como no pensar y admirar que un hecho inesperado, fortuito, como la llegada de Colón y sus tres carabelas al Caribe en 1492 y en un lapso de 50 años llegaron al Amazonas desde los Andes en Quito.

Me parece asombroso cómo lo lograron, a mi en lo particular un ser humano de la postmodernidad, me causa estupor lo agreste de la geografía vista desde un avión, lo abisal e inmenso del océano, lo escabroso e intrincado sistema montañoso y la inmensidad de la selva y un grupo de hombres decididos lo lograron, moverse, sobrevivir e imponer su cultura y su religión en un inmenso territorio desconocido, diferente y difícil y lo hicieron con carácter, decisión, valentía y esperanza, descubrir y llegar a un sinnúmero de rincones de lo que sería la América.

Es inevitable partir del mismo hecho histórico, en 1492, Cristóbal Colón se topó con las Antillas, cuando se supone iba a Capai y Sipango tras las especies, en 1493 fundan La española, en 1495 descubrieron para Europa lo que sería Trinidad Venezuela y Panamá en 1499 todos pueden explorar viajes menores desde Brasil a Panamá.

1511 llegaron a Cuba, en 1512 se dan tiempo para discutir y aprobar la leyes de Burgos para regular y racionalizar el trato de los indios, en 1519 Cortés y un puñado de castellanos conquistan el imperio de los Aztecas, en 1521 Magallanes, y El Cano le dan la vuelta al mundo, 1524 Pizarro  y los trece de la fama llegan hasta el Perú, en 1528 exploran lo que hoy es USA y California, en 1531 exploran la desembocadura del Orinoco, 1534 llegan al reino de Quito, en 1535 a Lima, en 1537 se da la guerra de intereses particulares entre Almagro y Pizarro, en 1538 se funda Santa Fe de Bogotá, en 1539 se crea la 1° universidad en América, en 1541 Francisco de Orellana llega al Amazonas desde occidente, desde los andes.

En estas tierras dónde las cuatro civilizaciones más significativas fueron los Aztecas, los Mayas o lo que quedaba de ellos, Incas en los que hoy es el Perú y los Muisca en la actual Colombia y un sin número de pueblos dispersos en las tierras costeras, montañosas y selváticas, ante la frustración de no haber llegado a la India, a la China o al Japón de las especies y de Marco Polo.

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¿Entonces dónde estaban? Y si no era el lugar de destino, ¿Qué hacer?, cómo recuperar la inversión, en ese momento se abría espacio a la inquietud que rayaba en la obsesión de los castellanos, habían encontrado vestigios de oro y piedras preciosas y se llenó su imaginario con leyendas como la del Dorado, y los nativos, para sacárselos de encima, afirmaban que los recursos que obsesionaban a los extraños barbados y vestidos de hojalata, siempre estaban más allá, hasta que los indicios indicaban que al este de Quito el oro se recogía con la mano y también estaba la tierra de la canela.

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Hay que recordar que, en el 1500 entre la tercer y cuarto viaje de Colón, el marinero Vicente Yañez Pinzón, llegó a lo que luego se conocería como la desembocadura del Amazonas y al que llamaron el Mar Dulce o el Rio Grande, que tenía un caudal el agua dulce tan grande e imponente que alcanzaba las 40 leguas mar adentro en medio de un gran oleaje.

Para nuestra historia, los Pizarro buscaban oro, Gonzalo Pizarro nacido en Trujillo en 1502 y en su momento en el 1540 gobernador de Quito conocía de los supuestos tesoros y de la canela que se encontrarían al este de su gobernación y organizó las respectivas expediciones hacia el oriente geográfico a los territorios desconocidos.

En febrero de 1541 partió a su aventura con 220 españoles, 200 caballos, 5000 nativos porteadores y perros de caza, en compañía de algunos exploradores castellanos que habían iniciado la búsqueda del país de la canela.

Francisco de Orellana primo de los Pizarro y trujillano, era a su vez fundador y gobernador del puerto de Guayaquil, un mes después de Pizarro, en marzo de 1541 con 23 hombres inició el viaje al este hasta alcanzar a Pizarro cerca del volcán Sumaco a unos 150 km de Quito

Todo esto lo sabemos por las crónicas del Fray Gaspar de Carvajal que acompañaba la expedición.

Real Audiencia de Quito

Pararse en el filo de la ciudad de Quito y mirar el camino por dónde los castellanos se aventuraron hacia el oriente es sobrecogedor e ir en una expedición tan numerosa parece un acto inconsciente y descabellado. Claro nadie podía imaginar la inmensidad y la dificultad de la selva amazónica, la mayor reserva de agua dulce del mundo, ni tampoco el tamaño descomunal del continente.

Debido al grado de dificultad de la empresa era inevitable en la que los nativos portadores huían o morían y era difícil avanzar.

Cada vez aparecía ríos enormes, entonces en noviembre de ese mismo año y en medio de la selva construyeron un pequeño bergantín precario, el San Pedro, para avanzar por el Rio Napo, buscar alimentos y regresar, Orellana con un grupo de sesenta castellanos encargados de la misión navegó por 43 días y ya no pudo volver .

Gonzalo Pizarro debió volver a Quito en condiciones difíciles y desastrosas y llegó en junio 1542 descalzos, famélicos y heridos.

Mientras tanto Orellana fue arrastrado por las aguas por más de 8 meses, absortos escuchaban tambores, navegaban entre pobladores amistosos y con ellos podía acceder a alimentos, pero con frecuencia se movían entre pobladores hostiles.

Era una travesía interminable, intuían que en algún momento ese inmenso rio desembocaría en el Atlántico sin idea de la longitud.

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En lo que luego se entendería que estaban a la mitad del recorrido entre los ríos Negro y el Tapajós, oyeron hablar de la jefa guerrera Coñorí y fue inevitable relacionarla con la historia mítica de Artemisa de las tribus guerreras en el Cáucaso de los ingushes y los chechenos en las tierras de  las actuales Turquía, Georgia, Armenia y Azerbaiyán dónde se contaba de las guerreras ingushetias y cecenias, las Amazonas, guerreras hermosas y fuertes que vivían en el puerto de Ponto en Turquía de las que se decía que se cortaban un pecho derecho para manejar mejor el arco.

A los exhaustos navegantes exploradores les parecía que fueron atacados por bellísimas mujeres guerreras, que peleaban desnudas, pero al parecer fueron nativos hostiles que llevaban el pelo largo.

No lo sabremos nunca si esta historia tiene visos de realidad, pero quedó el nombre de Amazonas para este rio descomunal.

Hasta que llegaron a la desembocadura en el Atlántico el 26 de agosto de 1542 luego de navegar por más de 6000 km.

Al llegar a los asentamientos castellanos, Orellana debió afrontar la demanda de Gonzalo Pizarro como traidor, tuvo la oportunidad de limpiar su nombre, esposarse con la sevillana Ana de Ayala y volver al Amazonas (“Nueva Andalucía”), por la desembocadura en el Atlántico con 300 hombres y algunos religiosos, instalar dos pueblos uno a la entrada al rio y otro en el mejor lugar 1544, dónde murió de fiebre en brazos de su esposa.

En el siglo XVI (los 1500) la conquista de la América se centró en tantos frentes de interés estratégico, de recursos, políticos, religiosos y durante un siglo el Amazonas y sus tierras parecían no importarle a nadie.

Un siglo después en una expedición que se realizaría entre 1637 y 1639,  el gobernador de los territorios de Pará ubicado sobre el delta del Amazonas el gobernador, el Fray José de Noreña escogió al Capitán Pablo Texeira, para que con 47 canoas y 70 soldados y 1200 nativos flechadores y remadores vaya desde la desembocadura de Belén de Pará, para atravesar el Amazonas y pueda llegar hasta Quito.

Al verlo llegar a Texeira desde el oriente, el gobernador de Quito temía que los portugueses hubiesen encontrado una vía para llegar desde la costa atlántica hasta el Virreinato del Perú y la Real Audiencia de Quito, con ello peligrarían sus preciados recursos mineros el oro y la plata.

Con todo el tino lo devolvieron a Texeira y sus acompañantes a los territorios portugueses para alejarlo del Quito y de Lima, lo hizo en el 1639 en camino al Amazonas en la confluencia de los ríos Aguarico y el Napo, (actual Provincia de Sucumbíos- Ecuador, antes de lo que hoy es el Yasuní) Texeira estableció el límite de las fronteras españolas y portuguesas y desde aquel momento el Amazonas le pertenece a los portugueses, del Brasil, amparado en el Tratado de Tordesillas de 1494 firmado entre Isabel y Fernando, reyes de Castilla y de Aragón, el rey Juan II de Portugal.

A partir de la instauración de la Gran Colombia, en el 1819, aún NO había nacido el Ecuador, como parte de los territorios gran colombinos nos enfrascamos con el virreinato del Perú y luego entre ya el Ecuador y el Perú como países independientes, nos litigamos por dos siglos en el derecho a la soberanía de los territorios orientales que daban al Amazonas. E interpretamos cada uno a su manera el Uti Possidetis el principio del derecho internacional sobre soberanía territorial “como poseías", la expresión indica el mantenimiento de la soberanía sobre un territorio si éste ya ha sido definido en el pasado.

1743

Los ecuatorianos nacimos, crecimos y soñamos con el Oriente Ecuatoriano que llegaba al Amazonas, con los territorios de Tumbes Jaén y Maynas como nuestros.

En el 1910, el General Eloy Alfaro reclamaba para nosotros: Tumbes Marañón o la guerra

Luego la guerra del 41 y la “pérdida del Oriente ecuatoriano” con la firma del Protocolo de Rio de Janeiro y la reclamación de nulidad del mismo por parte del gobierno del Ecuador.

Los peruanos también nacieron, crecieron y soñaron con el oriente amazónico, con Guayaquil y con sus territorios que llegaban hasta la frontera sobre el Antisana, en teoría, la frontera peruana yo podría ver desde mi propia casa.

Cedido al Ecuador

Y entre cédulas reales o imaginarias, entre guerras, connatos, amenazas, acuerdos, desconocimientos, negaciones, pasamos dos siglos, 180 años de conflictos con los peruanos.

Entre desacuerdos de fronteras que iban y venían con reyes que administraban por ojos e intereses lejanos y diversos, dónde hechos tan simples como las protestas por el alza del precio del pan en España y la acusación con la consiguiente expulsión de los Jesuitas de la España peninsular y la americana incidieron a esta incerteza con la consiguiente inseguridad jurídica de saber dónde y a quien le pertenecían las tierras del nuevo continente

Al menos los ecuatorianos salvamos Quijos y Canelos, las actuales provincias de Sucumbíos y Nueva Loja y que les duele a los peruanos.

Ecuador amazónico

Hasta que el 26 de octubre de 1998, en Brasilia, los presidentes de la república Jamil Mahuad de Ecuador y Alberto Fujimori de Perú, firmaron el Tratado de Paz, como consuelo de bobos, aceptamos la ridícula presencia del Ecuador en 1km cuadrado en Tiwinza al interior del Perú y la posibilidad de navegar con libertad y soberanía por territorios peruanos que nos conectarían con el Amazonas desde dos puertos en las localidades de Saramiriza y Pijuayal.

Saramiriza existe y podría utilizarlo el Ecuador como puerto fluvial que lo lleve hasta el Amazonas brasilero y el Pijuayal ni siquiera existe.

Entonces las proclamas del General Eloy Alfaro dónde reclamaba para nosotros: Tumbes Marañón o la guerra.  O la proclama del presidente de la república del Ecuador Jaime Roldós Aguilera el 24 de mayo de 1981, unas horas antes de morir en el Cenepa El Ecuador amazónico, desde siempre y hasta siempre” “Viva la patria”, solo pertenecen a los mitos sobre los cuales el pueblo ecuatoriano ha construido su identidad nacional.

Y eso es el Ecuador, un país que ha fundamentado su pasado en razón de algo que nunca sucedió y que ha vivido sus primeros dos siglos de vida republicana con la idea de odiar al peruano por lo “que nos robaron” porque así nos lo contaron.

Sin embargo, la postmodernidad y la tecnología comunicacional, nos permitirá sacar la basura histórica y construir los mitos con los cuales deberemos vivir y deberán hacerlo las nuevas generaciones que hablen de potencialidades, de recursos y de tesoros reales, sanos y que libren del dañino engaño histórico al que hemos estado atados.

Por esto quiero expresar mi agradecimiento a las ferias virtuales del libro en todo el mundo creadas y auspiciadas por la CONFEDERACIÓN INTERNACIONAL DEL LIBRO nacida en el Perú de las manos de Cesar Salvatierra y Alan Morales y la embajadora cultural Cristina Labat y al portal www.TulcanOnline porque son las vías maravillosas que tengo para reescribir la historia.

 

Jorge Mora Varela

 

Fuentes: Memorias de un tambor. Orellana. La epopeya del Amazonas

Diana Uribe, Historia de Brasil - Cap. 12 Brasil amazónico,

Límites entre Ecuador y Perú. La Historia Completa, de Hugox Chugox,

Jaime Roldós