EL ECUADOR Y EL PERÚ, UNA HISTORIA CONTADA A DOS BANDAS

Presentada en la 3°FVL Perú, en:

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EL ECUADOR Y EL PERÚ, UNA HISTORIA CONTADA A DOS BANDAS

Tanto en México como en el Perú y en mí mismo país, el Ecuador, me he encontrado con personas, a las cuales nos ha molestado desde nuestra infancia la manera como nos han contado la historia, irreal, irracional, ilógica, a todas luces falsa y de hecho manipulada.

Coincido con los escritores, como el mexicano Juan Miguel Zunzunegui y sus mitos que nos dieron traumas”, con el peruano Rafael Aita y sus “Incas-Hispanos” y con el ecuatoriano Francisco Núñez del Arco con su “Quito fue España”, en la forma de contar ellos la historia, amén de los españoles María Elvira Roca Barea y su “Fracasología e Imperiofobia”, los análisis de Santiago Armesilla, la forma de vincular los hechos históricos entre Europa y América del argentino Marcelo Guyo, entre unos cuantos que han decidido analizar y contar la historia sin el velo de la ideología, del wokismo, del victimismo inútil, de los radicalismos o de las razones injustificadas de las universidades norteamericanas “de élite” que han decidido que todo debe ser “políticamente correcto” en el siglo XXI, gente que ha decidido mirar y “juzgar la historia” con los ojos del post modernismo, de acuerdo a lo que ellos dicen que debe ser correcto, aunque el ello tergiversen, manipulen o acomoden la historia a su gusto, intereses o placer.

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De hecho, acepto las consecuencias del pensamiento derivado de Nietzsche: No hay hechos, solo interpretaciones. Colón llegó al Caribe en 1492, sin tener idea de dónde había llegado, eso es un hecho.

A partir de ese momento se puso en la mira del mundo un nuevo continente, es un hecho, aunque la evidencia diga que otros llegaron antes que los castellanos, pero que no llegaron a visibilizar ni a identificar estas tierras ni a su gente.

Sin embargo, que haya sido el encuentro de dos mundos, es una interpretación.

Que la llegada de los “españoles” haya sigo el escenario de explotación, genocidios, latrocinios y una lucha encarnizada entre explotadores y explotados es una interpretación.

Mo me agradan las aseveraciones exageradas y mentirosas desde Bartolomé de las Casas, del mexicano Diego de Rivera y su visión del poderosísimo pueblo mexica, derrotado por el guiñapo, deforme e ignorante de nombre Hernán Cortéz.

No me agrada la visión que algunos sostienen de los pueblos originarios de América, dónde no había malicia ni pecado y que todos los males del continente vienen de Europa.

No me agrada la negación de mi ser mestizo, ni de la actitud que vive aún en la Hispanoamérica del siglo XXI, aupada por algunos gobernantes, la de sacar el cuerpo porque no somos responsables de nada porque todo es culpa de los malditos españoles que llegaron a nuestras tierras hace 500 años.

Para entender mi posición frente a la historia sostengo que:

LOS PRIMEROS PUEBLOS QUE HABITARON DONDE SE ASIENTA EL ECUADOR, NO NECESITARON DE LOS DIOSES.

He sostenido que los carchenses, la primera provincia serrana que compone el actual Ecuador, quienes somos originarios de una tierra hermosa, fría y difícil; nos exigió trabajo, esfuerzo y tesón y que no nos impuso la compañía de los dioses para vivir, para trabajar, para compartir y para morir.

Desde mis puntos de referencia, no me parecen razonables los textos que describen la historia antigua de los pueblos que habitan en la mayoría del territorio del Ecuador, porque están marcados por la presencia de preconceptos traídos de otras culturas y que por esta razón NO permiten leer ni interpretar de manera certera las evidencias y las NO evidencias de la vida de los primeros pueblos.

He dicho que en el mundo antiguo asentado donde hoy es el Carchi ni en la mayoría del Ecuador, no hay piedra sobre piedra.

En la Provincia del Carchi y en la mayor parte del Ecuador NO existen vestigios arqueológicos de la antigüedad que indiquen la presencia de templos, no hay piedra sobre piedra de esas épocas y que estos vestigios empiezan a aparecer en el sur en las ruinas incásicas de Ingapirca en el austro del Ecuador, de dónde parece haber nacido el Inca Huayna Capac, hijo de Tupac Yupanqui y padre de Huascar nacido en el Cuzco y Atahualpa, cuyo lugar de nacimiento es incierto, aunque los ecuatorianos quisiésemos que el inca sea quiteño para poder justificar la historia y además de otros 250 hijos del inca Huayna Capac.

Pero si, en el Ecuador existieron vestigios de cerámica, de orfebrería, de simbología que demuestran que en estas tierras existieron desde hace algunos miles de años poblaciones nómadas que de a poco se fueron asentando y formando sus centros poblados y de manera lenta fueron convirtiéndose en pueblos con sus propios esquemas de vida y de supervivencia.

La forma tradicional de estudiarlos ha sido desde una concepción, imperial, católica, mezclada por el sincretismo con las grandes culturas del nuevo mundo; los aztecas y los Incas, por esta razón la tendencia de los historiadores que han descrito de forma global a estos pueblos, los ha pensado a estos habitantes del actual Ecuador, como pueblos que debían tener una fuerte dependencia religiosa y manejar el concepto de padre o de madre, de amor, de reinados, de familias y de jerarquías.

El origen de la humanidad y su dispersión

Para entender la historia y la razón de ser del Ecuador y del Perú, propongo otra manera de pensar, desde una visión amplia en el tiempo y el espacio.

La humanidad nace en el África y el homo sapiens comienza sus migraciones sucesivas desde hace 200.000 años, hasta hace unos 100.000 años, lo que demuestra que el mundo se fue poblando de humanos en formas y en tiempos diversos.

La presencia de flujos humanos en el continente suramericano parece encontrarse entre los 25.000 y los 10.000 años, también en formas y en tiempos diversos.

Los caminos los marcaron los animales en la lucha natural por la supervivencia, de manera que los primeros habitantes seguían la huella de los grandes animales, en el ánimo de cazarlos, por esta razón los primeros humanos que pisaron nuestras tierras no se quedaron, ellos iban tras de sus presas.

La segunda oleada humana, fue tras la caza de animales menores y tras la recolección de frutos silvestres y lo hicieron de tal manera que se alejaron hasta encontrarse en las tierras áridas del sur del continente, donde entre tantos nació el pueblo Inca.

Un tercer momento de migración originaria se dio a través de la dispersión lenta de alrededor de tres mil años de los pueblos que traían los rezagos atávicos de los pueblos centroamericanos que sabían de la lucha contra los fenómenos violentos de la naturaleza y el desarrollo de la inteligencia al servicio de la supervivencia del pueblo Maya, que se extinguió luego de un período de sequía de más de un siglo.

La vida para los primeros habitantes permanentes

A los territorios sudamericano, llegaron grupos humanos desde los nómadas que cruzaron Bering y se dispersaron por la América del norte sobre todo en las sabanas de los Estados Unidos, que luego constituyeron el pueblo azteca y el pueblo maya aparte de otros grupos menores y se asentaron desde la sabana montañosa, hoy colombiana, hasta las estribaciones del Carchi, y el interior del hoy Ecuador, donde el paisaje es verde, sin los huracanes, ni los insectos, ni la fauna exuberante, ni el calor sofocante, ni la humedad del centro del continente, tampoco del frio polar de las remotas tierras del norte, donde la supervivencia humana era posible sin mayores dificultades.

Los sacrificios humanos

Me llaman la atención la forma de los sacrificios humanos en algunas partes del mundo y que se han interpretado desde mi punto de vista de forma errónea, como una ofrenda a los dioses, Yo sostengo que fueron hechos como una manera de entregar lo más preciado a cambio de apaciguar los efectos catastróficos de un fenómeno natural.

En el Japón antiguo se enterraba viva a la víctima, como un intento para aplacar la presencia de los terremotos que sucedían con frecuencia en estas islas y que provocaban la muerte a su población.

Los sacrificios humanos en Mesoamérica (México y Centro América), obedecía al intento por aplacar el efecto destructor de los huracanes y las sequías.

En el sur del continente americano se hacían sacrificios humanos, sobre todo niñas y niños, en el territorio Inca, para intentar aplacar las erupciones de los volcanes como el Misti en el actual Perú o en el Llullaillaco en lo que es la Argentina.

En esta tierra no se necesitaron a los dioses

Sin embargo, en las tierras altas que empiezan de la serranía carchense-ecuatoriana, ni templos, ni vestigios de sacrificios, nada, solo un clima frio y húmedo, que no terminaba de agradar, sin cambios de clima extremos, dada la cercanía a la mitad del mundo. Las condiciones de vida no eran fáciles, una tierra negra y la flora siempre verde, lluvias habituales, frecuente pero limitada variedad de alimentos silvestres y condiciones aptas para el cultivo, que NO permitían sonreírle a la vida con facilidad, pero tampoco para implorar la presencia de los dioses.

Una tierra que bordeaba entre la paradoja de lo deseable y lo inhóspito, apta para el cultivo de la papa y la crianza de los animales pequeños, con algunas vertientes de agua caliente a las faldas de los cerros, un territorio difícil y apacible, tierra de paso donde daban ganas de quedarse por su belleza y porque ahí era posible la supervivencia no sin esfuerzo y decisión.

Y así somos los ecuatorianos, originarios de una tierra hermosa, fría y difícil, que nos exigió trabajo y que NO nos impuso la compañía de los dioses para vivir, para trabajar, para compartir y para morir.

Pero en lo que hoy es el Perú si se necesitaron dioses, así lo dicen sus vestigios arqueológicos, impresionantes, grandiosos, es que había que agradar a los dioses, para que no falten las lluvias, por alejar los temblores y los terremotos, por alejar las erupciones, entonces sí que había que elevar templos y hacer sacrificios humanos y para esto había que desarrollar jerarquías, ejércitos, grupos sociales, familias fuertes (las panacas) el incario y sus incas.

Los incas

Ellos estaban en expansión así lo mandaba el Tahuantinsuyo, entonces llegaban a otros pueblos y acordaban alianzas con los matrimonios entre sus hijos e hijas y si no era posible llegar a acuerdos entonces había guerras cruentas como la matanza de los caranquis, los Quitus, los cayambis en Yahuarcocha en el lago de sangre.

Mientras observaban a los pueblos pastos desde rumichaca, por el otro lado llegaban los castellanos y allí cambia la historia.

Muere en estas tierras hoy ecuatorianas el inca Huayna Capac y hay un vacío de poder en el incario, entonces se desata la guerra por el poder inca entre Huascar que muere asesinado por órdenes de Atahualpa y lo hace asesinar de manera brutal y cruenta, luego de que mire morir a los suyos, a sus mujeres, a los miembros de su panaca a los que estaban por nacer.

Entonces los castellanos asesinan a Atahualpa en Cajamarca y estos pueden entrar al Cuzco de manera pacífica y con “holgura”, dicen las crónicas, porque ellos mataron al asesino de Huascar y de su familia.

Solo así se entiende la entrada pacífica de Pizarro al corazón del imperio Inca. Solo así se entiende el libro de Aita, los Incas-Hispanos, estos incas que en tiempos del virreinato del Perú alcanzaron títulos nobiliarios emparentaron con la nobleza europea.

Los vestigios de esto están en los museos de Madrid, de Lima y del Cuzco.

Esto explica el modelo de pensamiento del pueblo peruano que fue el último en declarar la independencia y de haber declarado dictador a Bolívar en su país.

Mientras en el Ecuador fuimos más dóciles, mientras nos dejen en paz, entonces los padres de la patria y el primer presidente fueron los venezolanos: Bolívar, Sucre y Juan José Flores.

Nosotros que añoramos un país inexistente, dueños del Amazonas desde siempre y hasta siempre. Así lo dijo el presidente ecuatoriano Jaime Roldós el 24 de mayo de 1981, día de su muerte.

Que luchamos por siglos por la idea de una salida soberana al Amazonas y cuando lo logramos en la guerra del Cenepa en el gobierno de Jamil Mahuad, hasta el día de hoy no hacemos usufructo de ese derecho a perpetuidad que se lo ganó en la guerra.

Somos parte del país que sabía desde el Gobierno de Eloy Alfaro en 1904 que con la frase: Tumbes, Marañón o la guerra íbamos a entrar en un conflicto armado con el Perú y 40 años más tarde en la guerra del 41, no teníamos armas y el Perú nos dio una soberana paliza.

Somos el país tan afortunado que, sin apenas nada, tenemos las Galápagos, que cuando ya tenían las islas nombres ingleses y estaban a punto de ir a ser parte de Inglaterra como hicieron con las Malvinas argentinas, por puesta de mano hoy son una provincia del Ecuador.

Somos diferentes al Perú y fuimos hechos al azar, con un nombre insignificante, el de la línea imaginaria que divide al planeta y que aún lo persigue la pesadilla de la desintegración por tener visiones diferentes entre Quito, Guayaquil y Cuenca y que busca pretextos de unidad, porque cuando cerramos la frontera con el Perú en el 2000, se acabó el mejor pretexto para estar unidos: El odio a los peruanos.

Aunque ellos tienen otros fantasmas que los ocupan y atormentan.

Así es la historia de los pueblos que han vivido enceguecidos con historias manipuladas y retorcidas por los que en su momento han ostentado el poder y los han utilizado para lucrar de aquello, en lugar de tener una historia clara y honesta que nos permita vivir sin complejos.

Ahora que Fujimori ha vuelto a casa me ha vuelto a la memoria cuando él nadaba en los ríos del Cenepa, para fortalecer la campaña que lo llevaría a Miraflores y que los nuestros también la utilizaban cuando el Ecuador parecía que se desintegraba o los politiqueros de siempre querían llegar al poder.

Así es, así ha sido y creo que así será la vida de estos pueblos hermanos, que comparten el vecindario y que su geografía los ha hechos hermosos y sin embargo tan diferentes.

 

Jorge Mora Varela