Daniela Mora Santacruz, presenta un análisis crítico de la realidad ecuatoriana,
FRENTE A LA CRISIS
La aparición del COVID-19 desenmascaró realidades que nos habíamos empeñado en ignorar porque la anuencia muchas veces le gana la batalla a la inconformidad; y frente al poder, el establishment y el statu quo, es difícil asumir la lucha como primera línea de batalla. Sin embargo, la democracia de la muerte, ha puesto en perspectiva aquello a lo que acordamos llamar lo que siempre ha sido así; y hoy la distópica realidad nos obliga a evaluar todas las instituciones en las que estaban cimentadas nuestras vidas, planes, creencias y afectos.
Estamos obligados a enfrentar la crisis con un sistema de salud frágil y empobrecido, pretendiendo dotarle de características de heroísmo a los médicos, enfermeros, enfermeras, auxiliares y personal de salud en general, en un intento burdo de presentar las carencias como méritos y el sacrificio sobre humano como lo deseable, intentando poner tierra sobre la memoria; evitando hablar de la necesidad de inversión y política pública.
Hoy, gran parte de nuestra supervivencia se encuentra en manos de aquellos que tacharon de enemigos el pasado octubre y de otros tantos que parecían desechables a ojos de quienes ven en la acumulación del capital el único camino, aunque eso signifique acrecentar las diferencias sociales de manera vertical; sin embargo y a pesar de la fragilidad latente, parecen ser pocos los que han aprendido algo del encierro y muchos los que esperan que nada cambie cuando esto termine, o que cambie únicamente aquello que les afecta de manera particular, pues es difícil asumir que se requerirán grandes dotes de resiliencia para afrontar una “nueva normalidad” de la que todos hablan, pero que nadie sabe a ciencia cierta en qué consistirá.