VANDALIZAR LAS ESTATUAS, ROMPERLAS, DERRIBARLAS, DESCABEZARLAS, DESTRUIRLAS.
Desde el año 1.992 con el arribo del quinto centenario de la llegada del mundo europeo al nuevo continente al que se lo llamó “América”, comenzaron a aparecer manifestaciones de rechazo al descubrimiento, conquista y colonización, que se manifestaron con la vandalización de monumentos a Cristóbal Colón y los conquistadores españoles.
En el marco de las protestas para combatir el racismo sistemático, tras la muerte del ciudadano afroamericano George Floyd en mayo del 2020, el movimiento “Black Lives Matter” (“Las vidas negras importan”), personas de los Estados Unidos están cuestionando los legados de los fundadores de su país.
Aunque parezca una contradicción, parecería que está de moda, y como moda con el peligro de extenderse a todo el mundo globalizado, en los Estados Unidos, como una forma de protesta, se vandalizan las estatuas.
Ir tras los monumentos de Cristóbal Colón o del fundador de las “Misiones católicas” el Franciscano Junípero Serra, o las de los próceres de la independencia de los estadounidenses como George Washington, o las del autor de la declaración de la independencia de los Estados Unidos Thomas Jefferson.
O vandalizar con pintura roja el monumento en memoria del presidente Abraham Lincoln quien fue símbolo de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos.
También fue objeto de la vandalización la escultura a la memoria del autor de “Don Quijote de la Mancha”, Miguel de Cervantes, situada en el parque Golden Gate de San Francisco (Estados Unidos), escritor que por cierto nunca estuvo en América.
En París, donde en las protestas se queman autos, también fue atacada la estatua de Jean-Baptiste Colbert, ministro del Rey Sol Luis XIV, quien es el precursor del “Code noir” (Código Negro), redactado en 1685 para regular la esclavitud en las colonias francesas.
En Londres fue objeto de ataques la estatua de Winston Churchill recordado por sus "logros para salvar a Inglaterra y a toda Europa" de la "tiranía fascista y racista".
Entre las efigies de estos y otros tantos personajes, conquistadores, próceres de las diferentes naciones quienes las buscaron para vandalizarlas, romperlas, derribarlas, descabezarlas o destruirlas de paso y saquear las tiendas.
¿Es una manifestación contra el “racismo”, es una guerra suigéneris contra el pasado o es una manifestación ignorante, irracional y peligrosa reprimida por siglos por los sectores pobres y marginados contra el poder?
¿Es una demostración grotesca de la incultura y el analfabetismo o es una protesta legítima?
¿Qué significan estas manifestaciones?
¿Quiénes atacan las efigies, podrían desembocar en ataques contra las personas?
Los manifestantes ¿Deberían atacar por ejemplo a los precursores de la esclavitud?, entonces se tendría que ir contra las estatuas de los filósofos de la antigua Grecia como Aristóteles, o el mismísimo Pablo de Tarso (San Pablo) quien sostenía la legitimidad del esclavismo y se evidencia en algunas de sus Cartas cuyos versos se repiten con frecuencia en las misas del mundo cristiano contemporáneo.
No creo que sea prudente, ni inteligente ni sabio, juzgar a los personajes del pasado con los criterios morales de otra época, de esta época.
En el Ecuador y en Latinoamérica, se viven y cada vez con más frecuencia y virulencia manifestaciones de intolerancia y rechazo contra los referentes históricos de la época colonial y se busca borrar por ejemplo a los “Benalcázar” o de "Jiménez de Quesada" de la memoria histórica, de las calles, de los parques y de las plazas de las ciudades ecuatorianas.
Me parece que las manifestaciones violentas contra los referentes históricos de las ciudades son inminentes. Por lo tanto, me parece oportuno el debate fundamentado, académico, racional, amplio, incluyente, para construir sociedades más inclusivas, con menores rastros de resentimiento contenido, para construir una cultura de la conciliación, que aleje el riesgo de violentarnos, para construir sociedades de democracia plena, como la única herramienta válida para vivir en paz.
Jorge Mora Varela
Fotografía: La razón