QUISIERA


QUISIERA.

Wilson Viveros C.

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Quisiera…
regresar mis pasos
y reconstruir los años idos,
para encontrarme con las garzas
entretenidas en la tarde,
dialogar con su aleteo
y apreciar los nubarrones.

Aquellos pasos ya marchitos
no resuenan en la lluvia,
parece que se alejan
como frágiles libélulas…
que perciben las nostalgias
y vaivenes de la vida.

Niñez y adolescencia
fugaces cual cometas…
pasaron en destellos
fracturando mis sentidos,
retaceando el sentimiento
y remembrando la sonrisa.

Quisiera estar…
donde el corazón encienda
y acelere sus latidos
iluminando de rojo
la voz del subconsciente
para buscar añoranzas
que trémulas se adhieran…
a los misteriosos rincones
de mis delirantes recuerdos.
Mi alma cautelosa se desliza…
como intrépida sombra desafiada
por soberbios guardianes del destino
que surcan el torrente de mi sangre,
invaden el remanso de mis penas…
junto al duro bregar de mi existencia.

¡Y ESTÁS AHÍ!

¡Y ESTÁS AHÍ!

Wilson Viveros C.

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Estás ahí… ¡Mujer!...

estás en todas partes,

esparcida en la palabra

insucumbible del trabajo

y adherida a la sonrisa

perdurable de la vida.

 

Estás en el cielo azul rojizo,

apaciguando el sol que nos calcina

 al ritmo del jornal de cada día;

estás en el agua fresca y cristalina

aplacando la sed

que sin tregua nos agobia.

TULCÁN

 

TULCÁN.

Wilson Viveros C.

¡Tulcán!....

amada de mis recuerdos,

lenguaje petrificado en la arcilla de los Pastos,

vigía de los Dioses que gobiernan mi nostalgia,

señora de respeto, culta y cariñosa.

 

 Campanario en lejanía  

que propagas una historia,

sucursal de rebeldía…

avivada en los rescoldos

de La Revolución Montalvista,

en la memorial Toma

del Batallón Manabí

CARCHI… EQUINOCCIO Y FUEGO

CARCHI… EQUINOCCIO Y FUEGO.


Wilson Viveros Castillo.


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Por llevar en mis venas sangre Pasto
estos versos para mi Carchi,
pequeñita cual semilla de la sancia…
y gigante como el cosmos de mi alma.
***

PANDEMIA

Wilson Viveros C. tulcaneño, hoy nuevamente entrega su sentimiento inspirado en la dura realidad en que vivimos a causa de la pandemia.

***
Hoy,
mayo cuatro del año dos mil veinte,
cincuenta y dos días que la pandemia azota,
trajo consigo su atuendo de muerte
con ello incertidumbre y llanto.

Como ave rapaz de pesadillas
irrumpió en la noche, en mitad del alba,
al entrar la tarde y cuando el sol se iba,
llegó para quedarse entre nosotros.

¡No sé por qué, ni hasta cuándo!