Siento inmensa alegría cuando pinto a mi gente
(Julio Rosero Mora)
A finales del siglo XVI nació en Italia la caricatura, con ella se abrió espacios de expresión y comunicación, miles de caricaturitas han contribuido a cambiar los sistemas sociales a través del retrato con humor o sátira. La caricatura es el arte mediante el cual se puede decir la verdad en lo social, político, deportivo, religioso sin tapujos y su única intención es llamar la atención para construir sociedades más humanas.
En nuestro país sobresalen caricaturistas como: Galo Galecio, Bonil, Asdrúbal, entre otros. En el norte ecuatoriano se ha dedicado a plasmar su gente a través de este bello arte, el reconocido artista Julio Rosero Mora.
Viene de un hogar humilde, creció entre pinceles y colores, creció con la gallada del barrio “10 de Agosto”, Corazón de Tulcán, donde el alba huele a eucalipto y los atardeceres se tiñen de rojo pasión. Julio fue arquero del Club Diez de Agosto, además participó en ciclismo y billar. Siendo adolescente pintó retratos, toreros, apenas a sus 14 años la prensa nacional lo llamaron el niño prodigio; cuantas anécdotas incorporadas en su vida, una de ellas fue con el famoso torero español “El Cordobés”. Trabajo 34 años como Docente de la Dirección de Educación; pintó murales en escuelas urbanas y rurales en toda la provincia, en la montaña llevó la alegría a la niñez y juventud a través del color, inclusive muchos murales los realizó con su sueldo propio que por cierto es exiguo, asimismo ha elaborado decorados religiosos en varios templos del Carchi y Nariño en Semana Santa.
Artista permanente que ha tomado el arte como su arado y jamás ha regresado a ver, nunca se ha quejado a pesar de financiar con su escuálido salario los materiales. Más de mil quinientas caricaturas y retratos, donados a: presidentes, ministros, cónsules, embajadores, deportistas, artistas, religiosos, comunicadores sociales, amigos y familiares, en su corazón mira a todos con cariño y respeto, sentimiento puro para plasmar a indigentes, aquellos seres no visualizados por los “grandes”, los pinta para lograr un cambio social, aplicando el mandamiento y la verdadera labor de un cristiano, “amar al prójimo sin mirar quien”.
Julio es el esposo y abuelo cariñoso, es el ciudadano sencillo y solidario que busca endulzar la existencia a través de la caricatura, es el representante de la pintura familiar. Varias exposiciones nacionales e internacionales hacen que la prensa reconozca su intelecto, pero más importante es el cariño del pueblo que lo califica como: el Caricaturista de la idiosincrasia tulcaneña.
Tiene trabajos en instituciones como: UNE Tulcán y Montúfar, son pequeñas galerías que vivirán por siempre en el corazón de los maestros carchenses. También ostenta obras en: oficinas, hogares, revistas, libros, camisetas, por ello la famosa revista CROMOS (Colombia), lo calificó como uno de los mejores caricaturistas ecuatorianos. Mi respeto y cariño al hermano que se ha convertido en el Embajador de los “Lindojos”, siguiendo la enseñanza de nuestro padre “Patriarca del color en el Carchi”.
Prof. Luis Rosero Mora