PANDEMIA

Wilson Viveros C. tulcaneño, hoy nuevamente entrega su sentimiento inspirado en la dura realidad en que vivimos a causa de la pandemia.

***
Hoy,
mayo cuatro del año dos mil veinte,
cincuenta y dos días que la pandemia azota,
trajo consigo su atuendo de muerte
con ello incertidumbre y llanto.

Como ave rapaz de pesadillas
irrumpió en la noche, en mitad del alba,
al entrar la tarde y cuando el sol se iba,
llegó para quedarse entre nosotros.

¡No sé por qué, ni hasta cuándo!

Su avidez canina
arremetió en el aire que cansado llega,
en el insomnio que asedia con resonancia hueca,
en la agonía del último bocado
y en el pequeño sorbo de agua que se esquiva.

¡Ahora!...
con furia atosiga en el silencio,
en el frío, en la lluvia,
en la expresión moribunda del mendigo
y en los escasos despojos de sonrisa.

Se burla a toda hora y en segundos,
sigilosa invade el regazo proletario,
gambetea en la antesala del pudiente,
en la vivacidad de tantos
y en la modestia humana.

Da cabriolas
desesperadas por momentos,
pareciese que su derrota ya camina,
pero sigue allí vigilante y al acecho
como truhan seductor de la impaciencia.

Merodea plazas, calles, hospitales,
no olvida reclusorios, suburbios, ni mercados,
no tiene espacio, ni religión, ni tiempo…
tampoco forma, color, ni raza.

Repta a veces, golpea puertas,
se precipita en frenéticas zancadas
y arrebatando
la poca ilusión que aún se tiene
consigue agrietar más la tristeza
para luego alejarse como gélida niebla.

Se va llevando al entrañable amigo,
al ser querido, al buen vecino;
se van con ella
el tendero del barrio sin cobrar la cuenta,
la costurera urdiendo mortajas,
el carpintero barnizando un cofre
y el artista
pautando pautando el color de su canto.

Se van sin despedirse
el lustrabotas, la oficinista,
el anciano, la madre soltera
y quien no tiene posada ni empleo.

Quedan sin padres tantos niños,
tantas niñas, adolescentes
y discapacitados.
Esta plaga invisible sembró la duda,
cimentó el miedo y la desconfianza,
opacando la voz distanció a todos,
usurpó la paz, el fraternal abrazo,
nos quitó alegría,
la expresión de amor, la libertad.

Parece no haber escapatoria para nadie,
solo persiste la esperanza.

¡Sí!...
esperanza,
porque la vida es regalo
y voluntad divina,
está con nosotros desde el vientre materno,
asidos a ella crecimos, triunfamos,
caímos y levantamos.

Este enemigo que hoy acomete
se ha orillado para declarar la guerra
del extermino humano,
sacó sus garras de odio reprimido,


¡Pero están ahí valerosos héroes!
nuestros héroes de blanco,
valerosos guerreros,
están ahí en primera línea
en línea de fuego.

¡Están ahí!...
médicos y especialistas auscultando la vida,
enfermeras que aplacan el dolor y la angustia,
auxiliares que afanan suministrando dosis
y personal de farmacia entregando recetas.

¡Están ahí!...
entre sórdidos ecos de resignación,
personas que asean, cuidan, cocinan
y el chofer de ambulancia llevando cuerpos
tal vez moribundos o tal vez ya inertes.

Ahí están mujeres y hombres
batallando,
trasnochando y en ayuno
palpando de cerca dramas humanos
venciendo al temor y a la incertidumbre.

¡Ahí están!...
en fuego expandido,
armados de valor y decisiones
enfrentando la muerte
en una balanza de luz y de sombra.

Dejaron en casa lo más querido,
lo más amado,
dejaron todo lo suyo con el alma rota,
dejaron aquello por salvarnos la vida.

¡Son nuestros hermanos y hermanas!
¡Nuestros hijos!
¡Nuestras hijas!
¡Nuestros padres o abuelos!

En esta lucha sin cuartel,
se combate también la necesidad de miles
y la arrogancia de cuantos.

Enfrentando todo
y desde otra trinchera
están policías, militares y bomberos,
junto a ellos
autoridades, periodistas y civiles
que también son hermanos nuestros.

¡Todos! ¡Todos!...
luchando por la supervivencia
arriesgando sus vidas por salvar la tuya,
la mía, la nuestra.

¿Y nosotros? ¿Y nosotros qué?

Desde este andarivel
de terca impavidez,
es momento de alimentar el raciocinio
acatando normas por el bien colectivo.

Es hora del sensato convivir
acercándonos un poco
a la disciplina y obediencia
entre nosotros mismos.

Aprendamos lo que enseñan
las diminutas hormigas
que se juntan y avanzan
hasta el final de su camino.

No olvidemos
que la unión da fuerzas suficientes
para afrontar adversidades
cada día.

En esta batalla declarada
sin fronteras,
no permitamos que zozobre
la paciencia,
con dinamia
levantemos la frente
y cavilemos
por el renacer de la existencia.
***

Tulcán, mayo de 2020.

 

Arte: Luis Rosero Mora

Foto: Diego Fung

 


AGRADECIMIENTO

A mis familiares, de manera especial a Carmita Revelo mi esposa por ser calor y sombra en mi existencia. A Luis Rosero Mora, amigo que despeja horizontes con quien siempre compartimos el quehacer cultural. A mis sobrinos Luis y Jocelyne Castillo por su motivación para concretar esta idea. Finalmente a Estelar Audio por la apertura brindada.

 

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