El Carbunco

EL CARBUNCO

Don Luis Alfredo nos cuenta.

Era niño, cuando con mi abuelita caminábamos por un callejón largo y oscuro, que llegaba a una quebrada, que baja de Chirchula. Aquel sitio tenebroso le llaman "el carnero" porque antiguamente en este lugar se faenaba ganado, cuya carne era secada al sol y se comercializaba a los pueblos de la zona.

Cuentan los ancianitos que siempre en "el carnero" de vez en cuando se ve arder una llama azul producto de un entierro de huaca, especialmente en mayo. Ciertos "huaqueros" por tener malas intenciones y ambiciones el tesoro se les ha escapado.

Comentan que en cierta ocasión un joven llamado José, caminaba por el filo de la quebrada en busca de hierba para los cuyes, de pronto fue sorprendido por un hombre muy alto, ojos grandes, dientes deformes uñas largas y negras, flaco y un bello diamante pegado en la frente, que con voz grave le dijo:

¡Quieres oro, entonces obedece mis órdenes! ¡no tengas miedo!

El hombre muy raro lo llevó a José como hipnotizado, cerca al río luego le ordenó, empieza a cavar aunque sea con tus manos; era las seis y media de la tarde, la soledad y el sonido del viento invadía el escenario, el pánico comenzaba apoderarse quien "orinado" del susto obedecía las órdenes de aquel asombroso personaje, - yo me llamo Carbunco - y doy duro con mi fuete a quien no me obedece, hasta reventarlos y matarlos del dolor. De pronto un baúl blanco mediano surgió de la tierra, lleno de tesoros, monedas antiguas y perlas. Carbunco se rió pronunciando soy libre borrándosele el diamante de la frente, el misterioso hombre se esfumó entre las plantas dejando un aire pesado.

José y su familia salieron de la pobreza económica y dieron una misa por todas las almas que prefirieron enterrar sus riquezas y no compartieron con la familia o los pobres

 

Fuente: Autoretrato del Carchi Vol 2.  de Luis Rosero Mora