EL REY PELÉ Y SU CORTE DE HONOR EN MÉXICO 70

EL REY PELÉ Y SU CORTE DE HONOR EN MÉXICO 70

Una historia narrada desde el realismo mágico carchense

No sabría definir con exactitud cuando pateé una pelota por primera vez, pero si sé que mis ídolos del fútbol quedaron en mi memoria profunda, los que vi por primera vez en el estadio Quillasinga de la Ciudad de Tulcán, el Lucho Quezada, el Perico Polo, el Guaycoso Mora, el arquero Cano, el Maestro Vitola y tantos otros, a más de los que imaginaba de la mano de don Rosendo Benalcázar y la Radio Nacional Espejo o de Pancho Moreno de la Radio Quito, que maravillaban con su arte en el Estadio Olímpico de Quito: los Tom Rodríguez, los Polo Carrera, los Jorge Bolaños, los Simón Bolívar Rangel, el Gato Maldonado, el motorcito Cheme y tantos que llenaban mi mente y mi imaginación.

Sin embargo, para mí los dioses del Olimpo futbolístico se llamaban: Pelé, Eusebio, Spencer y sobre todo un país que era el sinónimo del fútbol: Brasil, así lo decían el Comercio, el Tiempo, la revista Estadio, que podíamos leer mientras esperábamos el turno para peluquearnos en la peluquería del parque principal de la ciudad, cualquier mañana de domingo. 

La ciudad de Tulcán despertaba de a poco a la modernidad y los canales de televisión colombianos llegaban de forma incipiente a la ciudad. Los pocos que tenían televisores en blanco y negro, debían apoyarse en las altísimas antenas de aire, para captar las imágenes que llegaban desde Bogotá.

Corría el año de 1.970 y con él el mundial de fútbol de México, que se transmitiría por televisión; entonces los niños corríamos a la casa de la Sra. Carvajal, que tenía la televisión en la sala de su casa de la calle 10 de Agosto, que se abría generosa para todos quisiéramos maravillarnos de la fiesta del fútbol mundial dónde acudirían los mejores futbolistas del mundo y de entre ellos.

El mejor de todos, el Rey Pelé y en su corte, sus compañeros, Tostao, Jairzinho,  Gerson, Rivelino, Carlos Alberto los italianos Facchetti, Gianni Rivera, los alemanes Beckenbauer, Gerd Müller, los ingleses, Bobby Charlton, Gordon Banks el uruguayo Ladislao Mazurkiewicz, los peruanos Teófilo Cubillas, Chumpitáz, entre tantos y tantos deportistas fabulosos del mundo del fútbol.

De hecho, la mente de los niños de mi pueblo se hizo grande, ya podíamos jugar al fútbol fantástico, porque cada uno de nosotros tenía un nombre diferente, el de una figura del fútbol mundial y nuestros partidos eran inolvidables y creo que tenían la calidad técnica de una obra de arte, pues ya no jugábamos nosotros, eran los mejores del mundo quienes hacían sus prodigios futboleros, con jugadas imposibles, amagues, piruetas y tiros increíbles embellecían cualquier patio de mi pueblo. Y así fuimos tan felices durante la niñez, tras de una pelota de fútbol.

Quiero traer estos recuerdos cuando el rey del fútbol Pelé vive sus últimos días en este mundo, para decirle gracias por tanta felicidad a él y a todos los actores del fútbol que embellecieron nuestra niñez y nuestra vida.

 

Jorge Mora Varela

 

Fuente Imágenes: Brasil 1970Pelé