LA TORTURA DEL REGALO DEL AMIGO SECRETO

LA TORTURA DEL REGALO DEL AMIGO SECRETO

Este popular juego que consiste en organizarse para que todos los integrantes de un grupo puedan tener un regalo que se ajuste a un límite en el presupuesto y que parece tener sus orígenes en la Escandinavia, permite democratizar de cierta manera las oportunidades de recibir un regalo en la manera en que celebramos la navidad.

Esto requeriría no solo un acuerdo entre los miembros de un grupo, sobre todo, generosas dosis de inteligencia, de empatía, sensibilidad y de amistad.

No son ajenas las historias de decepción que experimentan ciertas personas por la diferencia entre lo que se entrega y se recibe, aunque algunas personas quieran convencernos que “lo importante es dar antes que recibir”, lo cual me parece una explicación simple e ingenua.

Son conocidas las experiencias de haber recibido, los clásicos regalos que nadie quiere, los presentes que dan la vuelta por las manos de los que los reciben, expresan un gesto de disgusto y los guardan para regalarlos otra y otra y otra vez.

Los regalos inútiles, inservibles, que desde su sola presencia estorban, y tienen como destino el basurero.

O los regalos clásicos, repetitivos, carentes de sorpresa, anodinos, simples, que demuestran falta de imaginación, de interés o de gusto para seleccionarlos.

De vez en cuando llegan regalos que sí, mhhh…, son agradables, útiles, bonitos de manera que hasta pueden sacar una sonrisa de agrado y satisfacción.

Sin embargo, existen los regalos que. ajustados al presupuesto acordado, llenan de satisfacción, sorprenden, son inolvidables. Estas cualidades de este regalo, dentro de esta actividad tan frecuente en las recurrentes fiestas navideñas, hablan de la altísima sensibilidad, inteligencia, interés y conocimiento de las personas.

Por esta razón quiero enviarle un gran abrazo a mi amigo secreto David, porque pensó en mí, no como un compromiso adquirido en el grupo para regalar algo, por el contrario, él desde sus características que lo adornan como ser humano, sensible, inteligente y listo, encontró un regalo perfecto para mí.

Gracias querido David, por tu presente en la que se identifica con absoluta claridad, tu impronta, que acrecienta mi sentimiento de afecto y de admiración al hombre profundo, perspicaz y perceptivo que habita en ti y me devuelve la fe que la inteligencia emocional no se ha extinto aún en los seres humanos.

 

Jorge Mora Varela