El mundo de Donald Stewart

El mundo de Donald Stewart

Luego de un tiempo prudente, desde la partida de mi amigo Donald Stewart, su esposa Carmita, me invitó a elegir cualquiera de sus libros, antes de entregarlos a una biblioteca. Y este gesto me conmovió, porque esto habla de la mutua estima que teníamos con este ser humano admirable y profesional académico a carta cabal, desde los tiempos en que compartíamos vecindario académico en el cuarto piso de la Facultad de Comunicación, Lingüística y Literatura de la PUCE.

Donald 01

Con frecuencia, en el mundo del trabajo las personas, vivimos atrapadas en un sinfín de actividades profesionales, en este caso con las programaciones académicas, con tiempos estrechos para atender la preparación de clases, de pruebas, la corrección de exámenes el ingreso a la plataforma para subir el micro currículo, para registrar la asistencia de los estudiantes, para grabar las clases, para subirlas, para hacer la atención de tesis, las tutorías, los informes, etcétera, etcétera y con frecuencia olvidamos la oportunidad para conocer al ser humano, a la persona, que habita al lado, en este caso en el mundo de la docencia universitaria.

Sin embargo, era imposible no admirar a un personaje como Donald, en su coherencia, integridad, transparencia, sentido del humor, generosidad, bagaje cultural, empatía con este entorno ecuatoriano, pues me resultaba gracioso oírlo a él, un canadiense con su clásico “no seas malito”, la verdad no sabría precisar cuándo o de dónde adoptó este “ecuatorianismo”.

Con la perspectiva que da el tiempo, debo reconocer el privilegio que tuve al conocerlo, al escucharlo, al disfrutar de sus conversaciones, de sus vivencias, de sus viajes, de sus libros.

Y claro hoy tengo en mis manos algunas de esas obras que enriquecían y que fundamentaban sus apreciaciones o sus criterios.

Por esta razón debo agradecer a Carmita este gesto de generosidad y de preferencia para conmigo, para leer algunos de los libros de Donald y seguir con él en nuestras conversaciones, ahora en un contacto espiritual, inmaterial, pero vivo, frecuente y dinámico, para seguir con nuestros intercambios de puntos de vista, como siempre entre muestras de respeto al ser humano en sus diferencias, en un marco de afecto y admiración para este compañero que, con las maneras propias de él, estuvo a mi lado por tantos años en calidad de amigo.

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Jorge Mora Varela

 

Fotografías de archivo propio.