LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LO POLÍTICAMENTE CORRECTO
Vivimos un tiempo de sobreproducción de información y la probabilidad de mantenerse a flote y ser visible en el tiempo es remoto y poco probable, así que podríamos navegar con la tranquilidad que da el anonimato y hacerlo entre lo que sostiene el escritor, politólogo y conferencista argentino Agustín Laje: ser parte de la “generación de los idiotas” o ser sólidos y fundamentados, pero invisibles, es decir que no le importe a nadie.
Aunque la probabilidad de ser visibles sea mínima podríamos caer en la prisión de lo “políticamente correcto”, es decir movernos entre la obediencia y la conformidad, para que no vaya en contra de lo “socialmente dominante”.
Pensar y actuar de cierta manera, porque los escritores se sienten prisioneros y obligados por los grupos dominantes, entonces la corrección política se impone por presión de la cultura entonces terminan en la anulación impuesta o auto inducida.
O por el temor de auto aislarse y convertirse en el bicho raro del pueblo, o, por el contrario, optar por seguir a las masas y ser “políticamente correcto”.
Entonces habría que adoptar posturas y posiciones de moda, habría que expresarse con clichés para habitar en los lugares comunes.
Por ejemplo: los políticos deben declararse “creyentes”, “feroces combatientes de la corrupción”, para ser “políticamente correctos” aunque NO lo sean, ni practiquen lo que predican.
Los ecuatorianos debemos apoyar a la TRI, comprar la camiseta y gozar o sufrir con los resultados impredecibles del futbol.
Los ciudadanos deben defender “la democracia”, los jóvenes deben defender y romantizar “las revueltas ciudadanas”, “lanzar piedras”, “apedrear y atemorizar a la policía”, “incendiar las estaciones de transporte público”, “tragar gases lacrimógenos”.
Los “progres” se deben alinear con los “ismos” en todas sus presentaciones, solo aceptar el cine, el internet o la televisión (si es que aún existe ese aparato) solo y si solo tiene “criterios inclusivos”.
La cárcel de la corrección política que niega al ser humano porque lo obliga a negar algo que intuye que algo es falso, pero se calla para seguir al grupo y ser parte de él.
Porque somos seres humanos somos entes sociales y es nuestra naturaleza, ser parte de la “manada” o estamos condenados a la exclusión y a la muerte.
Jorge Mora Varela