LOS DIEZMEROS O LAS MAFIAS DE LA POLÍTICA

LOS DIEZMEROS O LAS MAFIAS DE LA POLÍTICA

El 04 diciembre 2018 publicamos en el portal el artículo: “LA PIRAMIDACIÓN SALARIAL EN EL ECUADOR”, donde describimos un fenómeno propio del folclor y de la viveza criolla: “Los jefes que viven de los empleados”, en una versión inmoral, perversa y cruel, realizada por algunas AUTORIDADES POLÍTICAS, que de que de manera abierta o solapada han usufructuado de parte de los ingresos de algunos empleados de menor rango.

En aquello que el inefable Homero Simpson, define el fenómeno mafioso, perverso y reñido con la ley, vivir y abusar de los empleados en una manera de prostituir el trabajo ligado a la política y que el personaje de la caricatura lo define como “Los amigos que viven de los amigos”.

 

Me mantengo en que esta práctica de tinte mafioso desnuda la pobreza de valores y principios con los que se manejan algunos personajes de la política, haciendo uso de su poder y su influencia, lucran de la necesidad de trabajo que tienen los ciudadanos a la sombra de estos practicantes del vampirismo salarial. Claro que luego cuando se ven descubiertos, aseguran que se los ha sacado de contexto”.

La escasez y la inestabilidad de las fuentes de trabajo es la variable que ha germinado que en el Ecuador se haya desarrollado una versión criolla de “mafias”, que posibilita la satisfacción de abusivas apetencias de los personajes que están sobre los empleados inestables de más bajo rango y se abuse de ellos para atender intereses de personas o instituciones, cualquiera que estas sean.

La precarización laboral se genera en el uso y abuso de la contratación temporal de personal, que colocan a miles de ciudadanos sobre todo jóvenes en situación de vulnerabilidad y en las manos de algunos personajes inescrupulosos que no dudan en aprovecharse de manera inmoral de los ingresos ajenos, con cualquier pretexto o justificación

Ya no se ni siquiera a quién pedirle ayuda, al Presidente de la República, a la Presidenta de la Asamblea Nacional, al Contralor de la Nación, a la Fiscalía General del Estado, a la Defensoría del Pueblo, al Comité de Ética de cualquier parte, para que se investigue de manea seria y valiente y se sancione si fuese del caso, con el máximo rigor de la ley a quienes abusan de sus niveles de poder y jerarquía.

Además, que se discutan y se definan políticas de empleabilidad y estabilidad laboral coherente, seria, con rostro humano y que se elimine la posibilidad del abuso de poder a cualquier nivel, en el país donde la honestidad parece una utopía.

Como que, al cabo de un puñado de meses, algunos, han desnudado las intenciones rastreras e inaceptables por las cuales buscaron y por desgracia llegaron a la representación pública, para robar, para abusar, para vivir de manera inmoral de un trabajo que de hecho se supone sagrado, la correcta y más eficiente uso posible de los recursos públicos, sean económicos, políticos y humanos.

Pero con algunas de estas alimañas parece ser imposible.

 

 Jorge Mora Varela