Una historia de langostas, especuladores, estúpidos, amantes de la conspiración, fanáticos religiosos y los que jamás se enteran de nada, de estos procesos de mundialización y globalización.
CUANDO UNA EVENTUALIDAD SACA LO PEOR DE NOSOTROS
El CORONAVIRUS y su difusión en apariencia imposible de detener es un producto de la globalización o del proceso de mundialización, que a través del tiempo ha significado un incesante flujo de enfermedades y epidemias que llegaron y que hemos aprendido a vivir con ellas.
La polio, el sarampión, la tuberculosis, la viruela, la malaria, la tos ferina, la papera o la difteria forman parte de nuestro entorno de enfermedades con las cuales vivimos y hemos aprendido a controlar.
Dentro de esta realidad sanitaria llega el CORONAVIRUS y como colectivo social deberíamos reaccionar con madurez, cautela, atención y precaución, mientras los científicos del mundo encuentran la manera de controlarla y/o neutralizarla, para ponerla en el bando de las enfermedades que existen en nuestro entorno como las enumeradas en el párrafo anterior.
No hay nada más que hacer, sin embargo, en estos días los medios de comunicación y sobre todo las redes sociales han evidenciado algunos comportamientos suigéneris de algunas personas o grupos humanos, respecto a la manera tan peculiar de reaccionar respecto a la “nueva enfermedad”.
En Argentina dirían: Con el CORONAVIRUS en el país, se formará un “Quilombo”, donde por lo general, conviven los desesperados por aprovisionarse de mascarillas, alcohol, desinfectantes, alimentos, agua y adoptan el comportamiento de plaga de “langostas” que barren las existencias de estos productos.
Entonces entran en escena los infaltables “especuladores”, (ladrones e irresponsables sociales), que buscan “asaltar” a los desesperados por las comprar y generan procesos inflacionarios dolorosos e inútiles, porque precarizan a quienes si los necesitan.
Mientras tanto entran en juego los “estúpidos”, que publican de manera imprudente, torpe e irresponsable en algunos medios de comunicación y sobre todo en las redes sociales noticias falsas, exageraciones, en una especie de “goce irrefrenable” por el morbo.
También entran en escena a los “amantes de la conspiración”, seres iluminados, que conocen los planes secretos de los malos que crearon el CORONAVIRUS, como parte de un plan siniestro que busca terminar con las poblaciones de sus países enemigos.
No pueden faltar los y las "fanáticas del oscurantismo religioso" que afirman que la enfermedad es un "castigo divino", enviado por Dios para castigar los pecados de los "hombres".
Mientras los chinos construyen la infraestructura hospitalaria en un par de semanas y los laboratorios buscan la cura para la enfermedad, en el Ecuador no faltan las ingenuas oraciones al Divino o a la Virgen, para que hagan un "milagro" y desaparezca la epidemia"...
Siempre tienen espacio en esta especie de danza perversa, los que “nunca se enteran de nada”, porque viven “colgados” (los sin sistema) de la realidad de su entorno, de su país y el mundo y que son proclives a ser las primeras víctimas de cualquier desorden de cualquier tipo.
Quiero hacer un llamado a todos los actores sociales (incluye a las autoridades del país), para que, en esta eventualidad de la llegada del CORONAVIRUS al Ecuador, saque lo mejor de cada uno de nosotros y no le demos espacio a “lo peor de nosotros”.
Aunque lo dudo.
Jorge Mora Varela
Fuente de la imágen de segundo plano: