Mi manera de pensar no encaja con nada

Mi manera de pensar no encaja con nada

Jorge no encaja

No puedo encajar con la manera de pensar de las diversas tendencias de la contemporaneidad y me siento fuera de lugar; no puedo estar de acuerdo con lo “políticamente correcto”, no puedo, porque creo que NO debo actuar impulsado por lo que siento” o porque “me gusta”, no puedo nadar con la corriente.

Y parecería que me encuentro en medio del fuego cruzado: ni con los postmodernos, ni los alienados, esos que responden a la tendencia de moda, a los que van todos y hacen colas interminables para estar en el lugar y en el momentos precisos, a los noveleros, a los infaltables al lanzamiento y puesta  en venta del nuevo IPhone, o a los fanáticos de los estrenos de las películas, o a los infaltables a la inauguraciones de las cafeterías, o restaurantes de moda.

DIOSITO, DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES POR FAVOR, NO ME ENCADENES A LA ENVIDIA

Desde la entendedera popular presento un texto vacilón:

 

DIOSITO, DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES POR FAVOR, NO ME ENCADENES A LA ENVIDIA.

Jorge Envidia

No importaría si me dejas las pasiones de la lujuria, la gula y la pereza, porque siempre encontraré maneras creativas, placenteras y divertidas para lidiar con ellas.

¿Pero la envidia…?

De todas maneras, déjame la libertad para sortear y eludir con disimulo las pasiones de la soberbia y la avaricia, para que las ignore y las abandone el cualquier tacho de basura de cualquier esquina.

Pero por favor, no me encadenes a la envidia, porque envidiar a mí, me provoca dolor, ansiedad, enojo, rabia, depresión y una espantosa sensación de naufragio permanente e infinito.

Richard es como el pueblo

Richard es como el pueblo.

Richard pueblo

Luchador,

incansable,

sin complejos,

canchero.

 

Richard es como el pueblo,

él es como nosotros,

en sus modos y maneras,

en él nos reflejamos.

Soy tulcaneño

Soy tulcaneño.

Tulcanenio

Mi niñez, la recuerdo en el patio de la casa de mi abuelo,

alrededor de la pileta dónde nunca había agua,

en las frías tierras de mi pueblo;

a donde, de vez en cuando me gusta tanto volver.

 

Porque por mis venas corren gotas de sangre de frontera,

porque así lo delatan mis versos y mi manera de hablar,

con los usos y creencias que me regalaron sus templos,

soy, en el cabal sentido de la palabra, tulcaneño.

A la lectura de los libros hay que llegar vivido

A la lectura de los libros hay que llegar vivido.

Libros Jorge

 

Acabo de escuchar a un profesor al que atiendo con frecuencia,

él sostiene que: que hay que llegar a los libros sabido,

con la experiencia y la sabiduría que da el trabajo o la vida misma,

que sería mejor leer un libro, no sin antes haber vivido,

que ningún libro puede reemplazar la vivencia de la realidad.