Desde la entendedera popular presento un texto vacilón:
DIOSITO, DE LOS SIETE PECADOS CAPITALES POR FAVOR, NO ME ENCADENES A LA ENVIDIA.
No importaría si me dejas las pasiones de la lujuria, la gula y la pereza, porque siempre encontraré maneras creativas, placenteras y divertidas para lidiar con ellas.
¿Pero la envidia…?
De todas maneras, déjame la libertad para sortear y eludir con disimulo las pasiones de la soberbia y la avaricia, para que las ignore y las abandone el cualquier tacho de basura de cualquier esquina.
Pero por favor, no me encadenes a la envidia, porque envidiar a mí, me provoca dolor, ansiedad, enojo, rabia, depresión y una espantosa sensación de naufragio permanente e infinito.