LA MONTAÑA Y YO

LA MONTAÑA Y YO

Los significados de aquel momento no los había registrado en palabras, no obstante, sus lecciones han estado presentes en esos infaltables momentos agobiantes de la existencia, dónde cada persona y en soledad deberá confrontar cara a cara con la vida misma.

Todo empezó porque mis compañeros de aventura no pudieron acompañarme a la montaña, sin embargo, no podía renunciar a este momento simbólico y significativo del calendario y de la ritualidad alrededor de los amigos,  distintiva en la existencia de cada uno de nosotros.

Entonces el treinta y uno de diciembre del dos mil ocho, tomé mi vehículo y me dirigí al punto de partida. El día estaba nublado y no era posible mirar al monte, solo había que ajustar la vestimenta, respirar profundo y caminar como lo habíamos hecho tantas veces, esta vez en solitario.

No sabía si invocar a la majestuosidad del monte o pedir el auxilio al dios de mis padres o simplemente avanzar y así lo hice, caminar, hurgando las pistas por dónde atacar al monte desde el lado occidental.

No recuerdo si tenía señales de cansancio, ni del tiempo que había transcurrido, solo debía tener conciencia de dónde estaba, debía confiar en mí mismo, en mi capacidad, experiencia y sentido de orientación.

Y así fueron quedando a mis pies los frailejones, las lagunas, las murallas, la cañada de rocaverticales y casi siempre helada, el desfiladero, el viento envolvente y la cima.

Entonces desde la cúspide de la montaña, llegó el tiempo de sentarse para asumir el momento; en solitario, y como si hubiese entrado en un brusco movimiento de zomm con el google maps desde la cima del monte sentí como viajaba al infinito desde dónde se podía mirar el futuro y advertir como la vida en su momento, de manera cierta me colocaría en otros momentos agobiantes de la existencia y debería hacerlo al igual que esta vez, en solitario, sin temor, sin volver la vista atrás, sin bajar la mirada, sin invocar a la majestuosidad del monte o pedir el auxilio al dios de mis padres, en solitario, porque esa es la manera que quiero asumirlos, los indefectibles momentos agobiantes que nos colocará la vida y en su momento la muerte.

 

Jorge Mora Varela