LA HUELLA DE LOS PRESIDENTES EN LA VIDA DE LOS PUEBLOS
Me gusta la historia, NO la que me contaron en las aulas, ni la que fue garabateada por escritores que contaron su propia versión interesada de los hechos o versiones escandalosas del cine o la televisión, me gusta la historia: la que se mira, la que está en el quehacer de los pueblos.
Un viaje permite mirar aquello, no solo las bellezas naturales que estaban allí antes que cualquier ser humano; sobre todo me agrada mirar la huella de los seres humanos y, en este caso particular la de los gobernantes.
En la Provincia de Esmeraldas es evidente la huella del General Guillermo Rodríguez Lara cada vez que miramos casi con indiferencia la “Refinería Petrolera de Esmeraldas” desde 1.975 y la historia exportadora del petróleo ecuatoriano desde el Puerto de Balao.
De igual manera es evidente la huella de Rafael Correa Delgado, sus carreteras, su infraestructura escolar, de salud, de administración pública, de miradores, de parques.
No obstante, las ásperas, polémicas y violentas polémicas que podrían desencadenarse alrededor de estas obras, su impacto en las comunidades y el país son indiscutibles, alrededor de ellas se han desarrollado los pueblos y sus culturas, sus oportunidades, su desarrollo con todos sus bemoles.
También es posible observar la furia con la cual se han disputado los intereses políticos, económicos, financieros de quienes han tenido la oportunidad de la administrar el poder político y que han dado rienda suelta a sus apetencias de acuerdo con su modelo político, sus propios intereses o los de su grupo de poder o a sus miserias y se han gastado ríos inmensos de tinta para demostrar las bondades y los aciertos o los errores garrafales de estas obras.
Sin embargo, me agrada mirar a la refinería de pie, no obstante, su historia rica en avatares, de apoyo o abandono, de bien ineludible del estado o un activo incómodo para privatizar. Solo como ejemplo: en la década de los noventa del siglo XX como en otras tantas oportunidades, se intentaba desde el poder, dejar morir de inanición a la refinería, para tener el pretexto para privatizarla a precios de latrocinio, patrocinadas por personajes de triste recordación y que todavía deambulan sin pena ni gloria por los medios de comunicación de sus poderosos amigos.
Así como me duele el abandono de carreteras, escuelas del milenio, centros de salud, edificios públicos, parques, miradores y plazas, como una forma de rechazo visceral al líder de esas iniciativas, que favorecen el bien común de los pobladores de esas zonas, sin percatarse que ese abandono perjudica a miles de ciudadanos que encontraron una salida real a sus problemas de pobreza estructural.
Es también evidente que, a lo largo del país, como algunos gobernantes NO dejaron ninguna huella y eso explica como estas personas cayeron en el olvido y emprendieron un viaje sin retorno, como reconocimiento a su incapacidad para poner el poder al servicio de los ciudadanos.
Me gusta la historia escrita en la vida de los pueblos, esa es incontrastable y eso me permite mantener mi condición de ciudadano libre de ataduras ideológicas o políticas, eso me da la oportunidad de opinar con libertad.
Jorge Mora Varela
Imágenes:
Escuela del milenio abandonada