El historiador y escritor mexicano Juan Miguel Zunzunegui, sostiene que un mexicano promedio subsiste toda su vida con 250 palabras…, y que un simio bien entrenado podría aprender el significado de 2.000 palabras….
LOS LATINOS NO ENTIENDEN NI APRENDEN NADA
Palabras clave: palabras, inteligencia, creatividad, inventiva, capacidad investigativa, creación de patentes, subdesarrollo, atraso, pobreza.
El idioma español tiene alrededor de cien mil (100.000) palabras, lo que significa que los hispano hablantes podríamos construir en nuestro universo mental unos quinientos mil (500.000) conceptos, y esto podría generar una capacidad comunicativa, creativa, inventiva, constructiva y científica gigantesca.
Sin embargo, el historiador y escritor mexicano Juan Miguel Zunzunegui, en su investigación sobre la Revolución Humana sostiene que un mexicano promedio subsiste toda su vida con doscientas cincuenta 250 palabras, el 0,25 de la totalidad del lenguaje español… y que un simio bien entrenado podría aprender el significado e identificar alrededor de dos mil (2.000) palabras….
Lo que podría significar que la capacidad comunicativa, creativa, inventiva, constructiva y científica del mexicano promedio podría alcanzar un promedio menor al 1% de su potencial.
Traigo este dato de México, porque me parece que, en la América Andina, dónde no he podido encontrar estudios que demuestren la cantidad de palabras que usen los pobladores promedio de los países centroamericanos y andinos, pero que podría ser el dato mexicano un indicador adecuado para el promedio de la realidad lingüística latinoamericana.
Y esto podría explicar desde el potencial humano intrínseco, la escasa capacidad comunicativa, creativa, inventiva, constructiva y científica de los latinoamericanos andinos.
Con este antecedente, permítanme contar una grosera anécdota vivida en el año 2.008 en la ciudad de Mantua en Italia:
Para visitar una fábrica de tecnología italiana en el parque industrial de la mencionada ciudad, nos dividieron en tres grupos:
- Primero debían ingresar los asiáticos que debían entrar sin portar ni aparatos electrónicos como videograbadoras, ni cámaras fotográficas ni audio grabadoras, ni papel, ni lápices, ni esferográficos.
- Luego debían ingresar los europeos no podían portar ni papel, ni lápices o ni esferográficos.
- Por último, pasaríamos los latinos que podíamos asistir a las explicaciones técnicas llevando cualquier cosa, no había limitaciones para nosotros.
Cuando le pregunté el responsable porque no había limitaciones para nosotros, me dijo sin empacho: ustedes no entienden, ni aprenden nada, así que pueden entrar sin problema…
Mmmhhh…
Si la capacidad comunicativa, creativa, inventiva, constructiva y científica e producto del pensamiento abstracto se genera por al conocimiento suficiente de palabras y sus significados y la relación que pueden tener unos con otros. Entonces con las 250 palabras de la persona promedio parece imposible alcanzar niveles adecuados de capacidad comunicativa, creatividad, inventiva, capacidad constructiva o científica.
Con estas limitaciones que nacen de la escasez del conocimiento de la cantidad de palabras de nuestro lenguaje, parecería una utopía alcanzar los noveles de literatura o investigación, la producción de patentes, el desarrollo de nuevas industrias de bienes o servicios, de desarrollo de participación activa en el mundo y creería que estamos destinados a ser consumidores de los que sí pueden crear.
Uno de los indicadores más contundentes es:
La incapacidad de comprender todo lo que se lee, por no poder descodificar, porque no se conocen las palabras ni sus significados y peor aún sus relaciones para poder llegar a la comprensión de las ideas o los conceptos.
Ahí una gran responsabilidad de las autoridades educativas, para asumir como política de estado “elevar de forma significativa la cantidad de palabras que pueda conocer y usar cada persona”
Claro esto es de largo aliento.
Solo así personas con un mayor número de palabras, conceptos y relaciones podrían en el largo plazo mejorar la calidad de las familias, de las instituciones, de los medios de comunicación, la política, de las instituciones educativas, de las comunidades del y los países.
Caso contrario sería esperar un milagro que nunca llega porque es imposible y seguiremos a la espera de políticos que quieran ser Mesías o de milagros que caigan del cielo y que tampoco suceden.
Solo necesitamos más y mejores palabras conceptos y relaciones en la cabeza de las personas.
Caso contrario estaremos condenados al subdesarrollo, a ser presas de los avivatos o de los que lucran de la ingenuidad y de la milagrería.
Con algunos ejemplos al azar.
Veamos el fútbol profesional ecuatoriano:
Los entrenadores más exitosos son los extranjeros por lo general del Rio de la Plata que tienen un discurso “novedosísimo”, complejísimo que raya en lo indescifrable y como no le entendemos “creemos que debe ser bueno” en comparación con los nacionales que subsisten “por hay” con un poco de buena suerte y “por hay” porque han visto videos y “por hay” porque tienen un título de entrenadores…
O las clásicas declaraciones de los jugadores de fútbol, que, incapaces de encontrar las claves estratégicas, físicas o técnicas para explicar sus victorias declaran campantes:
“Partido difícil…”
“Gracias a dio ganamo…”
De la política nacional e internacional:
En el circo de la política nacional a nivel ejecutivo o legislativo con una serie de perlas que son poca cosa comparada con los yerros de los mandatarios como las clásicas del venezolano Maduro, en su momento las del boliviano Morales y sus emblemáticas estupideces, o la del peruano Pedro Castillo que se va estrenando y en Dubái declaró que su país ha mostrado sus productos a 1.200 países en el mundo…; y eso que es profesor….
O el señor guardia de seguridad de una empresa de transporte público, que no podía entender ¿Por qué había perdido su trabajo? Si él solo le había lanzado un piropo a una muchacha que le parecía muy guapa…
O la monotonía de los medios de comunicación masivos que con pocas palabras sostienen su sintonía todos los días y no necesitan más, su audiencia no lo necesita y no lo demanda.
Nadie quita la posibilidad de equivocarse, pero cuando las limitaciones y los errores son sistemáticos, frecuentes e invisibles para sus interlocutores, hablamos de limitaciones del lenguaje, entonces el dato de Zunzunegui puede ser imputado a los centroamericanos y los andinos de América del Sur hacer toda la vida con 250 palabras nos condena a la ignorancia estructural, que solo se corrige con más palabras, que generan más conceptos y más relaciones.
Y aprender palabras, con ello conceptos y relaciones, debería ser política de estado para corregir la ignorancia de forma radical y definitiva y podría ser medible cuando tengamos por ejemplo creatividad literaria capaz de mostrarse a nivel mundial, en mercados y en premios internacionales, registro de patentes, desarrollo de industria propia en bienes y servicios, inversión extranjera que llegue al país por su iniciativa propia, mejor calidad de vida para el ciudadano promedio.
Jorge Mora Varela
Fuente: dsigno