La Viuda

LA VIUDA

(Testimonio de Don Jorge Cadena -  Comuna Ancestral Pasto La Libertad)

En el trayecto del trabajo de Guano a mi casa, yo andaba siempre de noche cuidando el ganado de los ladrones, casi no dormía por esta razón y me sucedió que, ahí en el sitio denominado El Niño, a media noche, en una noche de luna, iba con el arado y el yugo al hombro, cuando miré una mujer a esas horas, grande y cubierta con un abrigo, se parecía a una señorita de esa zona, de nombre Tránsito Taramuel, se parecía, pero no era.

Paré el arado y lo arrimé a la tapia, baje el yugo también, quería saber quién es y averiguar si me lo permitía, dé donde venía tan de noche a esas horas. Cuando se paró a mi lado en la carretera, no me dio la cara, estaba volteada llevaba un trapito como una funda en la mano. ¡Esta es la viuda me dije! ¿Mmm, a qué hora me hace la conversa? ¡Eee que carajo! Cogí el arado, me lo puse al hombro y seguí caminado para mi casa. Di el paso para acá y ella da el paso para allá, de chiste yo doy el otro paso y ella el otro paso. Al final, me vine y ella se fue.

A una distancia regresé a ver, ella daba la vuelta por el camino y se largó, había sido la viuda.

¿Pero esta viuda que es?, es gente, y como gente, qué condena, qué castigo será que sufre y de noche se transforma por la maldad en cosa maligna, en viuda que decimos.

Y verán lo pasa con esta viuda…

A media noche estaba viniendo por el camino viejo, por la casa de don Jorge Madera y allí, en la tapia, había crecido cebadilla y mi caballo se acercó a comerla. Era tiempo de confirmaciones y adentro de la casa de la señorita Irma, que alcanzaba a mirar desde mi montura, ¡Pucha la gente estaba cogido gusto! ¡Como bailaban! Yo miraba de fuera a una señora que se paseaba por el camino de encima, para allá, para acá, era una señora de negro, al inicio no le puse atención, pero había sido la viuda, cuando al ver que no le pongo atención, ya que para mí se trataba de una mujer que quizá esperaba a alguna hija que estaba en el baile… ¡Mentira! Cuando bajó, el caballo se espantó y como estaba con el bozal afuera, yo lo tranquilicé, quietico… quietico, hasta que le puse el bozal y lo sostuve. La mujer llegó a ponerse a mi lado, justo al lado del caballo, cuando, le veo las muelas que le pasaban de lado a lado de la boca, ese rostro, que yo ya sabía, de una mujer, de gente viva, iiii… ¡La viuda dije!, entonces piqué el caballo y me vine, miré su rostro muy bien, en realidad es de temblar del miedo, es poderosa la viuda.

Miren que a don Nicolás Mites le pasó, estando tomando allá en el callejón, salió a orinar afuera de la casa y como que, si fuera una novia, la enamorada, llegó a su lado, él empieza y la abraza, qué bien, que guapa le decía... ya se saben lo que se dice, entonces esta viuda bandida se lo carga hasta la chorrera de los Quelales. Perdido estaba, con la gente preocupada en su búsqueda, hasta que ya habían dado razón. ¡Está metido debajo de la chorrera, rasgado, con la ropa hecha pedazos! Dicen que tanto hacer le había vuelto el habla, porque estaba mudo y tanto curarlo… tanto curarlo, había vuelto a la normalidad.

Así hace la viuda, la viuda es poderosa, es potente. Entonces acá, en donde don Jorge Madera como ya vi que era la viuda, no le hice ni caso. Piqué el caballo que estaba loco y me vine, ella al mirar que me vengo, se entra en la puerta de don Madera y sacando la cabeza, se quedó con su vestido negro. Así es la viuda, pero es de no darle importancia.

 

Autor: Ramiro Cabrera Revelo