YO Y EL OTRO YO

Cuando las personas miren con atención al otro como a “sí mismos”

 

YO Y EL OTRO YO

 

Nunca he vivido un momento tan agobiante e incierto, de manera que siento el riesgo de la vida misma, la de mis compañeros de trabajo, las personas que conozco y sobre todo la vida de los seres que amo depende sobre todo de la cordura, la honestidad y hasta la voluntad de los otros.

Hay tareas personales de impacto comunitario a las que yo me obligo y las cumplo, pero hay tareas que dependen de otras personas que la magnitud de esa certeza me desborda, me desconcierta y me aniquila.

 

De los poderosos, la de los científicos, la de las autoridades, hasta de los peatones que van por las vías públicas sin protección alguna, ni sentido de responsabilidad por ellos mismos, ni sus familias, peor por los demás. Los otros que juegan con los límites de lo ético, de lo político, de los rendimientos financieros, de la ignorancia.

Cuanta responsabilidad sobre nuestras vidas tiene el manejo político sobre todo de los poderosos, que intentan cubrir su imagen o prestigio cuando son incapaces de reconocer con oportunidad y a tiempo sus errores.

No aprendemos ni de la historia, ni del presente

Cuantas muertes se pudo evitar si por ejemplo el gobierno de la URSS hubiese reconocido con oportunidad el desastre nuclear de Chernóbil el 26 de abril de 1986.

Cuantas muertes se podría evitar si el gobierno chino hubiese reconocido con oportunidad el aparecimiento del Coronavirus en el año 2019.

Cuantas muertes se podría evitar si el gobierno de los Estados Unidos si hubiese priorizado la vida de sus ciudadanos a los rendimientos financieros de su economía.

Cuantas muertes se podría evitar si el gobierno mexicano hubiese sido capaz de apreciar el alcance y la capacidad de contagio de la enfermedad viral y hubiese dispuesto las políticas y los recursos necesarios para contener el contagio desde las medidas efectivas de protección social y no confiar en el pensamiento ingenuo y mágico que dibuja  a su presidente como una persona retrógrada e ignorante.

Cuantas muertes se podría evitar si los organismos de crédito internacional reconocerían el valor de la vida humana y dejasen de lado los interese usureros y despiadados de sus socios, amos del capital financiero, para liberar de sus obligaciones a los países y gobiernos que les adeudan para que estos puedan destinar sus recursos a proteger la vida de sus ciudadanos.

Cuantas muertes se podría evitar si el gobierno de mi país transparentase el uso y destino de sus recursos financieros y los destinase a atender con todo su potencial a la emergencia sanitaria de la cual no es culpable, pero si es responsable de la vida de cada uno de sus ciudadanos y de sus profesionales en riesgo, que tienen la misión de realizar sin reservas y “sin la debida protección” las tareas propias de la emergencia.

Cuantas muertes se podría evitar si cada ciudadano asumiera con toda su inteligencia, respeto a sí mismo a sus familias y ala de los otros, la decisión de acatar las indicaciones de los órganos oficiales.

Cuantas muertes se podría evitar si cada ciudadano, buscase leer, informarse y actuar con inteligencia emocional y solidaridad, para contribuir desde si mismo al bienestar del otro.

Cuando las personas gobernantes, o ciudadanos, se miren con atención a “sí mismos” y cuando miren también con atención al otro como a “sí mismos”, creo que las políticas para controlar la epidemia podrían ser certeras, caso contrario el costo en vidas para salir de este momento serán enormes y dolorosamente irreparables.

 

Jorge Mora Varela