NO NOS VAMOS A MORIR SIN PELEAR

Los colombianos empezaron el retorno a sus actividades laborales y la actitud que muestran en sus publicaciones en las redes sociales, los dibuja de cuerpo entero.

 

NO NOS VAMOS A MORIR SIN PELEAR

No hay nada que hacer, los pueblos son y algunos se distinguen por sus formas y maneras, desde que estos nacieron, en este caso Colombia, en esta ocasión deja ver su berraquera” en tiempos de PANDEMIA, tomó la decisión, por supuesto polémica de retornar de a poco al mundo del trabajo y algunos lo han hecho con una actitud digna de encomio, vamos pa’ lante, “no nos vamos a morir sin pelear”.

No me cabe duda, el pueblo colombiano deja ver “lo que es”, gente de carácter, creativa, emprendedora, que conoce como salir de momentos difíciles, a lo mejor su historia compleja, le recuerda al mundo, que este pueblo nunca se dio por vencido y esta vez no será la excepción.

“No nos vamos a morir sin pelear”, no desconocen el peligro de contagiarse, de arriesgar la vida o de perderla, pero creo que su capacidad para levantarse, para ser ingeniosos y creativos, harán que sus emprendedores, reconviertan sus empresas, las adapten a las necesidades presentes y futuras, esto hará que, en el corto plazo, ellos pondrán en el mercado una serie de productos que permitirán volver a la normalidad no solo a su propio país si no a sus vecinos.

No me llamaría la atención que pronto tengamos en el mercado ecuatoriano productos colombianos que respondan a las necesidades propias del problema de sanidad que nos involucra a todos.

Así lo han hecho desde el siglo XX, los colombianos han desbancado, apartado y/o eliminado a los productos “Made in Ecuador” y han posicionado en el mercado ecuatoriano, sus productos para "reinar" en tiendas y supermercados.

Frente a esta respuesta que se está generando en Colombia, los ecuatorianos deberíamos reflexionar en la forma de ser y de actuar de los colombianos y aprender de ellos.

Dejarnos de lloriquear, de escondernos en nuestras propias limitaciones o complejos o reducirnos a culpar a terceros de nuestras infinitas desgracias, o a esperar que las soluciones vengan de los otros, NO de nosotros mismos.

En esta situación, mi madre me hubiese recordado un viejo y gastado dicho que ella creía que había salido de la biblia y que a ella tanto le gustaba:

                                                                “Ayúdate, que yo te ayudaré”

Creo que en Colombia lo están poniendo en práctica y me parece que esta es la manera de empezar, aunque el riesgo de perder vidas humanas podría ser el costo que ellos tengan que pagar, pero sin duda alguna los colocará adelante, muy adelante nuestro y los ecuatorianos como siempre ocuparemos los últimos lugares de la tabla de ubicaciones, como si este fuera nuestro destino manifiesto, del cual NUNCA podremos escapar.

 

Jorge Mora Varela