LA SIEMPRE DIFÍCIL RELACIÓN ENTRE PROFESORES Y ESTUDIANTES
A propósito de la escena de violencia verbal que se viralizó en redes sociales entre un profesor y sus alumnas. Sería genial que la siempre difícil relación de poder entre el profesor y los alumnos sea motivo de debate y de discusión.
En la época en la que parece que vivimos en “vivo y en directo”, expuestos por propia mano o la de terceros a ponernos en primera fila en redes sociales y se pueden mirar una serie de comportamientos que muestran la evolución de la siempre difícil relación profesor/a - alumno/as.
De hecho, que es horrible e inaceptable cuando uno de los actores ejerce el poder de dominio y de agresión sobre el otro. A la luz de los hechos parece más visible cuando se ejerce desde el sujeto de poder-profesor al sujeto agredido-estudiante, aunque todos sabemos que también se ejerce desde el sujeto de poder-alumno, sobre el sujeto agredido-profesor.
Si abro el baúl de mi memoria, todavía tiemblo cuando recuerdo por ejemplo la disciplina a la que algunos fuimos sometidos a bandazos (castigo al que alguna vez fui “merecedor” en el colegio por el rector de la institución, con una banda de motor que él la portaba en el cinturón, con la anuencia y aprobación de nuestros padres, “darále e este para que se componga”, y la pierna quedaba adolorida y sangrante por este acto bárbaro de diciplina-violencia.
Y en el mundo de las aulas eran frecuentes las voces altisonantes, los insultos, los borradorazos, los reglazos, la haladura de las patillas, que me hace pensar que me tocó vivir en la época de las cavernas. Y así nos tocó “educarnos” a quienes nacimos en provincia, en la mitad del siglo XX.
Todavía hay quienes recuerdan el discurso machista, agresivo, inaceptable en las aulas universitarias de las carreras “difíciles”.
¿Qué hacen ustedes aquí señoritas?,
¡aquí se viene a estudiar, NO a buscar marido!
Y de este comportamiento primitivo donde reinaba el “todopoderoso profesor” pasamos al poder absoluto del estudiante “sujeto de todos los derechos”, que impone condiciones y que anula al profesor/a, hasta convertirlo en un guiñapo, un pelele al cual se le puede exigir buenas notas y la renuncia a ejercer su trabajo que tiene objetivos, tareas, lecturas, investigación, esfuerzo, porque le dieron el poder absoluto por mandato de la ley y por medidas como la exclusividad para manejar la “evaluación docente”, con lo cual lo convierte en el amo y señor del aula.
Siempre fue difícil la relación de poder entre el docente y el estudiante, por esta razón ojalá la triste escena de violencia, en este caso, la protagonizada en el aula virtual entre un profesor y sus estudiantes sirva para repensar la educación, aún más cuando la pandemia nos da la oportunidad de reinventarla.
Nosotros, porque los que deberían hacerlo, están en campaña mostrando sus dotes de honestidad, están denunciando las atrocidades políticas de los otros y sonriendo para tratar de obtener nuestro voto, el de los ciudadanos que tenemos que lidiar con problemas más terrenales, como la educación para nuestros jóvenes y nuestros niños y la siempre compleja relación de poder entre docentes y los estudiantes.
Jorge Mora Varela