LA MUERTE DE LOS SUPERHÉROES
En la vida de los pueblos de cuando en cuando, aparecen algunos ciudadanos que por sus características y por su carisma parecería que tienen poderes que los hace fuertes, incorruptibles, inclaudicables, con la imagen de los superhéroes en los cuales confiar.
Pasan años y la imagen de estos personajes se sostiene, se acrecienta se solidifica y son los referentes a los cuales recurrir para exaltar las cualidades, el valor, la entereza que deberíamos tener todos los seres humanos.
Sin embargo, la Kryptonita, ese extraño elemento de las historietas de Superman, que es capaz de debilitarlo, incluso matarlo, también existe entre los seres humanos.
Devastadora cuando aparece, capaz de terminar con la reputación del personaje y manchar la imagen de ser intachable para ubicarlo como cualquier ser humano mezquino, vulgar y ruin como cualquier otro.
Un par de mis superhéroes de carne y hueso, de alguna manera, cercanos a mi mundo, encontraron su dosis mortal de Kryptonita, cuando por efecto de su amor de padres y en el ánimo de apoyar a sus hijos decidieron apalancarlos en sus expectativas laborales, traicionando los postulados con los cuales por muchos años construyeron su prestigio y que juraron jamás traicionar:
Apelar a su peso específico y mover sus influencias en el poder, para acomodar a sus hijos en lugares de privilegio y colocarlos en situaciones de ventaja sin que los afortunados descendientes del superhéroe realicen un mayor esfuerzo.
Ese es el riesgo que corren los defensores furibundos de la honestidad, el trabajo y el esfuerzo individual, la igualdad de derechos y de oportunidades, de la lucha a muerte contra el palanqueo y la corrupción. Cuando sufren o tienen que sufrir de la amnesia de conveniencia. El precio que tienen que pagar es el desprecio y el olvido de aquellos que por un buen tiempo les creyeron, los admiraron y los colocaron en la tribuna desde dónde debían sostener las proclamas que nunca debieron olvidar y traicionar.
Jorge Mora Varela