BENEDICTO XVI EL INTELECTUAL DE LA IGLESIA QUE NO DEBIÓ HABER SIDO PAPA
Joseph Ratzinger, un hombre de iglesia brillante, aunque sin vocación de gestor, ni de administrador, ni la personalidad, sin la fuerza de carácter suficiente y una dosis de ingenuidad, para cargar sobre sus hombros el peso y los pecados de la iglesia católica, de su jerarquía y a la diversidad de pueblos, 1.200’000.000 de fieles en todo el mundo.
Un sacerdote y teólogo alemán, en los años 60 fue profesor de doctrina católica, luego estuvo cercano al Vaticano, el Papa Pablo VI lo nombró obispo y fue parte asesora y vigilante del Concilio Vaticano II, que a su pesar produjo cambios profundos en la ritualidad católica y en la manera de mirar al mundo, por su forma de ver la realidad desde las herramientas del marxismo que desembocó en la Teología de la Liberación que se ancló sobre todo en centro y sur América, colaboró con el Papa Juan Pablo II, quien lo nombró Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, la antigua Santa Inquisición. Fue parte de los Teólogos que trabajaron sobre la reinterpretación de la teología católica, luego de las dos guerras mundiales que transformaron Europa y el mundo.
Joseph Ratzinger, pensaba que “razón y fe” se necesitaban mutuamente, fue autor de 70 libros, lo que habla de una mente brillante, con una capacidad de lectura y de escritura prodigiosas que se enfocaron sobre todo en la vuelta del cristianismo a sus raíces históricas y no una iglesia que se deje influir en sus métodos y en sus prácticas por las revoluciones comunistas del siglo XX, quizá por su insuficiente conocimiento de la problemática estructural de la hispano y la Latino América.
Su aporte a la teología desde el pensamiento, la reflexión y la cercanía al Vaticano, lo llevó en el año 2.005 y con 76 años al papado hasta el año 2013 cuando renunció a los 84 años, envejecido, gastado y vencido por los poderes reñidos con el deber ser de la cabeza del catolicismo y que, desde el inicio de los tiempos católicos en Roma, el clero poderoso y aristocrático rodea y controla la Santa Sede.
¿Qué podía hacer en la cabeza de la iglesia un pensador deslumbrante, con una sólida formación intelectual, de mentalidad tradicional, defensor de la ortodoxia (que se guía y actúa de acuerdo con los principios de una doctrina o con las normas o prácticas tradicionales, aceptadas por la mayoría como las más adecuada), a quien le preocupaba el relativismo moral (es la tendencia que da igual valor, legitimidad, importancia y peso a todas las opiniones morales y éticas con independencia de quién, cómo, cuándo y dónde se expresen) y el secularismo acelerado (actuación orientada a la eliminación de la influencia religiosa en el ámbito público), aunque retraído y fácil de atacar?
Pudo sostenerse en el papado cerca de 8 años, hasta que renunció en febrero de 2013, como resultado de la filtración de documentos secretos que involucran a la Santa Sede en eventos de corrupción, como los diversos chantajes a Obispos homosexuales, conocido como "Vatileaks", una serie de documentos que develaban las constantes luchas por el poder dentro del Vaticano, sobre las tretas para ocultar el truculento manejo financiero del Banco Vaticano, lejos de la transparencia y el cumplimiento con las normas internacionales contra el lavado de dinero proveniente de las mafias sobre todo del sur de Italia.
Todo apuntaba a develar a la Santa Sede como un semillero de celos, intriga y una constante lucha entre las facciones, dónde el mismo Papa fue víctima de las Fake news, que trataron de tergiversarlo o ensuciarlo de la manera más infame.
Sostengo que Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, no debió haber sido papa, porque el catolicismo requiere cabezas de la iglesia, fuertes, con capacidad de gestión y de administración, para llevar el evangelio por el mundo, pero sobre todo para corregir, enderezar y meter en cintura los añejos, poderosos y abusivos poderes internos, que se han acostumbrado al manejo discrecional del poder con todas sus variantes, abusos y e inmoralidades.
Francisco está en la recta final de su papado y el papado de Benedicto XVI debería llevar a la reflexión con perspectiva de futuro a los cardenales de la iglesia católica que a futuro deberán participarán en los siguientes cónclaves papales, dónde deberían pensar en la fortaleza interna de la iglesia como requisito fundamental para remozar y augurarle larga vida de santidad, de equilibrio y de salud a las políticas vaticanas en todos sus órdenes.
Jorge Mora Varela
Imagen tomada de larepublica