La literatura y la fascinación por las “mujeres de la calle”

La literatura y la fascinación por las “mujeres de la calle”

En esta costumbre de estar cerca de las palabras y de leer a algunos de los autores contemporáneos, me he encontrado con un denominador común, dónde -de angas o de mangas-  se encuentra el personaje infaltable, “la mujer de la calle”.

Como protagonista principal, como personaje secundario, como figura casual, como convidada de piedra, como cliché, como símbolo de estatus, de modernidad o para demostrar que el/la autor/a tiene conciencia de clase y se identifica con los violentados o los marginados.

 mujer

En fin, cualquiera que sea el motivo, en las obras de la literatura contemporánea, ahí está la infaltable “mujer de la calle”.

Es obvio que las callejeras deben estar en la literatura, pero, la frecuencia, la recurrencia y el abuso, me lleva a pensar que tras de este personaje, existe una serié de significados o deseos prohibidos, innombrables, inconfesables, indecibles o vergonzantes.

Cuando el autor es un hombre, me parece que la meretriz representa para él, las fantasías ocultas, el deseo de llegar a ellas, sin mancharse, sin dejar huella, sin ser descubiertos, para mirarlas de cerca, para tocarlas, para disfrutarlas, para saber del sabor de lo pecaminoso, lo censurable y lo prohibido.

Y cuando la autora es una mujer, la hetaira, parecería representar la curiosidad, el deseo de conocer la fascinación que esas personas parecen esconder entre sus piernas, ese poder que, ligado a la belleza y la juventud, parecería no conocer límites, ni obstáculos, ni distancias.

Y que, en el siglo XXI, las redes sociales, parecen abrir ventanas, pequeñas o grandes, sutiles o explícitas, socialmente tolerables, que parecen atentar contra las reglas de juego sociales para volverlas herramientas de poder, financiero, social, cultural o político.

Las manifestaciones del poder de seducción femenino se pueden encontrar de forma sutil en los “reels” del Facebook, o del Tik Tok, o en el Instagram y con frecuencia se vuelven explícitas en el OF, aunque algunas personas quieran justificar estas manifestaciones del cuerpo femenino expuesto de forma sugestiva o explícita, como la expresión inocente y el reclamo del derecho de las mujeres a mostrarse de esa maneras por sentirse “bonitas”, pero que con frecuencia desemboca en formas posmodernas de prostitución.

En fin, el erotismo y su poder, está más vivo que nunca y la prueba más evidente, está en la literatura moderna y posmoderna y se encuentra con frecuencia en las redes sociales, aunque es tan evidente, que muchas de las personas, aseguran, que no existe o que no se han percatado.

Pero si lo dijésemos a lo Galileo Galilei: el poder del erotismo NO existe, pero SI existe y es poderoso.

 

Jorge Mora Varela

 

Imagen tomada de Instagram