El Carbunco
Parroquia: Mira
Una noche muy oscura, cargado mi pala, fui a ver el agua de riego, porque estaba de turno; Hacía frío y el poncho no me calentaba lo suficiente. A lo lejos vi una luz muy brillante que se me acercaba muy despacio.
El Carbunco
Parroquia: Mira
Una noche muy oscura, cargado mi pala, fui a ver el agua de riego, porque estaba de turno; Hacía frío y el poncho no me calentaba lo suficiente. A lo lejos vi una luz muy brillante que se me acercaba muy despacio.
Guagua Auca
Parroquia: Mira
En el caserío de Pisquer había una familia en la que el padre era borracho y todos los días salía a Mira a la cantina y regresaba a altas horas de la noche completamente borracho a maltratar a su esposa y a sus pequeños hijos.
Quebrada Honda donde aparece el Guagua Auca.
Una de tantas noches en que regresaba a caballo a su casa, en el sector de la Quebrada Honda se encontró a la vera del camino con un bulto en el que se hallaba envuelto en pañales. Era un pequeño y hermoso niño que lloraba sin consuelo, entonces lo tomó en brazos y lo subió al caballo para llevarlo a su casa, en ese momento el niño calló su llanto.
Los Cagones
Parroquia: Mira
Los Amantes. Óleo sobre lienzo. Darwin Mafia.
Un día como a eso de las seis de la tarde, estaba atravesando un "paso" cuando vi que un animal muy raro, pero con un extraño parecido a perro y perra uncidos. Tenía cara de hombre y de mujer, y me empezó a atacar, envolviéndose entre mis piernas, con el fin de hacerme caer a la quebrada.
Pero como yo siempre llevo acial porque soy arriero, lo descargué muchas veces con toda mis ¡ras sobre el extraño ser. Le había golpeado tantas veces como mis fuerzas me permitían, hasta cansarme.
Al verse vencidos los cagones decían: iAyayay, por vos comadre, ayayayi ¡ Ayayay, por vos compadre, ayayayi Ya derrotados estos seres se desunieron como por encanto y tomaron caminos diferentes, uno se iba para arriba y el otro para abajo.
Parroquia: Mira
Los duendes del Carchi son melódicos y enamoradizos: les encanta la música y son bailarines. Por eso viven cerca de las cascadas, donde permanecen en sus mágicas celebraciones hasta que un desprevenido los alcanza a mirar. Más, viven en sitios inaccesibles y que son, según los abuelos, "pesados", es decir que tiene una densidad extraña que pone la carne como piel de gallina. Cuando alguien los ve no pasa nada. Pero cuando un duende o una duenda mira primero, inmediatamente la persona queda "enduendada".
Por este motivo, acuden a sus llamados en lo que se denomina las malas horas: seis y doce de la mañana, tarde y noche. Aparentemente son atraídos por la maravillosa música que entonan y los duendes como en todo el mundo son traviesos. Les colman de obsequios y de pasteles, pero cuando el "enduendado" llega feliz a su casa, las tortas son en realidad, majada de ganado, aunque el encantado siga insistiendo lo contrario.
A diferencia de los duendes de características indígenas, como el chuza longo que vive en la Sierra Central y que es un tanto sátiro, los duendes de la zona de Mira son más bien juguetones. Su rostro no tiene verrugas y son hermosos. Las duendas, según dicen, tienen la cabellera larga. La música es de apariencia celestial, porque según se comenta los duendes son espíritus, mejor dicho, ángeles caídos en desgracia y que tocaban el los Coros Celestiales. Son enemigos de los perros a quienes provocan muertes misteriosas.
Jorge Mora Varela, presenta:
Una deliciosa página del realismo mágico ecuatoriano
LOS NAZIS EN EL MUNDO DE SIMÓN
Habíamos vigilado el bosque todo el verano y parecía este año nada podía alterar el maravilloso equilibrio de la naturaleza que embellecía el lugar donde vivíamos. Esa mañana en particular había algo en el ambiente que nos preocupaba sobre manera, en el aire se percibía un olor a humo que venía con el viento.
Salimos de casa con prisa, más que por recorrer el bosque y disfrutar del deporte, para mirar de dónde venía el olor extraño.
Cuando tomamos la ruta por la que caminábamos siempre, nos quedamos desconcertados… Toda la montaña estaba quemada, todo tenía un color negro y un intenso olor que se iba con el viento.
No podía ser; era nuestra floresta a la que habíamos cuidado con tanto empeño, allí era el hogar de los pájaros más hermosos, los búhos de cabeza gigante, los zorrillos, los gatos de monte. Todo había desaparecido y solo permanecían de pie unos cuantos troncos quemados que daban al entorno un aire lúgubre y de muerte.