El Tesoro de Piquer

 

El Tesoro de PIQUER.

Parroquia: Juan Montalvo

Como todas las tardes, la neblina de Guanga cubría Piquer, los moradores de la hacienda se recogían a sus hogares, los hombres para descansar de la ardua tarea diaria del campo, las mujeres junto al fogón para calentarse y cocinar la merienda y el cafecito de chuspa que será repartido a todos los miembros de la familia, mientras esto sucedía, conversaban cada uno a su turno de lo que había ocurrido durante todo el día.

Iglesia del caserío de Piquer, antigua hacienda

Esta hacienda tenía guardado muchos secretos, porque durante la época de la Colonia, los Jesuítas fueron los dueños de sus tierras y se dice que al salir expulsados de la Presidencia de Quito, dejaron enterrados sus tesoros con la esperanza de algún día volver y recuperarlos.

La Piedra Chugchurrumi

 

La Piedra Chugchurrumi.

Parroquia: Juan Montalvo

Un cierto día, a las doce de la noche pasé junto a la piedra Chugchurrumi dirigiéndome a tomar el turno del agua de riego, cuando escucho una extraña conversación de la cual no entendí nada, pensé que se trataba de una pareja de enamorados, me quise esconder para no ser visto arrimándome a la piedra y tapándome con unas matas de chilca. Para mi sorpresa, las voces salían de dentro de la piedra; yo, asustado, con la piel de gallina, y sin poder pronunciar palabra, me alejé del lugar lo más rápido que dieron mis piernas.

Al día siguiente, al pasar por el mismo lugar, escuché repicar campanas, sonidos que salían de la misma piedra.

Conversé a mis amigos y vecinos de lo sucedido, pero a nadie se mostró sor-prendido porque también habían escuchado lo mismo y afirmaban que es un lugar encantado.

Los Dueños de Narchín

Los Dueños de Narchín.

Parroquia: Mira

El camino a la laguna presentaba un hermoso paisaje, se podían divisar plantas nativas como puma-maques, zuros, chucas, mortiños, moras, chupucallos, corrían venados, cantaban infinidad de aves; como ya eran las cinco, talvez un poco más, los conejos salían de sus madrigueras para aprovechar el sol de la tarde que ya se estaba ocultando. Al llegar a la laguna, cual fue mi sorpresa, salían de ella dos niños desnudos, un niño y una niña de unos seis años más o menos, asombrado e incrédulo pregunté para mis adentros ¿quiénes serán?, ¿qué harán aquí?, ¿por qué estarán desnudos?, ¿no sentirán frío? ¿serán gemelos? me contesté ¡si! así parecen. El niño llevaba terciado sobre su pequeño hombro un gran libro.

Como en El Hato era un secreto a voces, al poco tiempo los moradores del rancho, espiaron a los niños y lograron capturar únicamente al varón, la niña se metió en la laguna y dentro de esta lloraba y lloraba inconsolablemente, se podían escuchar diariamente sus sollozos y gemidos.

La Viuda

La Viuda.

Parroquia: Mira

En cada casa de Mira había un farol para alumbrar con una luz mortecina las calles del pueblo durante las noches del jueves y domingo; pero esa noche era de sábado, oscura y fría. Asistimos a la sesión de la sociedad católica "Pasquel Monge", tomamos unas copitas de coñac para calentarnos; después de agotar los puntos de la convocatoria, nos despedimos y cada cual se dirigió hacia su casa.

Casa antigua con buganvillas

Mama Paula Chimbo

Mama Paula Chimbo

Parroquia: Mira.

 

En un recodo del camino a Pueblo Viejo, me encontré con Paula Chimbo, era una mujer muy vieja, de pequeña estatura y vestía mo­destamente, usaba folleras grandes, que arrastraban el suelo, una blusa de olán y cobijando su espalda una chalina de color rojo.

Capilla de la hacienda Pueblo Viejo de Mira.