EL CHINCHINAL, HIMNO DE LOS MIREÑOS

EL CHINCHINAL, HIMNO DE LOS MIREÑOS


A mediados del siglo anterior, Mira seguía siendo una isla rodeada de grandes latifundios como San José, San Nicolás, Pueblo Viejo, Pisquer, El Hato. Los mireños en su gran mayoría trabajaban en las haciendas en calidad de escribientes, mayordomos, arrieros, huasicamas, peones entre otras ocupaciones y los que laboraban por cuenta propia desempeñaban actividades como la de agricultores, cabuyeros, leñadores, herreros y artesanos en general, lo que traía una dura y difícil situación económica que obligaba a los mireños a emigrar a las grandes ciudades, especialmente a Quito y Guayaquil.

Byron Castro cita: “En marzo de 1940 se firmó un contrato con el Ing. Jizba,… siendo designado Ingeniero Jefe de la construcción del Ferrocarril Ibarra- San Lorenzo, el profesional juzgaba que es preferible el ferrocarril a una carretera y exponía las ventajas de una línea férrea”. Se presentó la gran oportunidad de trabajo para los habitantes de este pueblo, y de muchos otros de varias provincias del país. “Un peón ganaba un real diario, es decir 10 centavos de sucre, mientras en el ferrocarril el diario era de un sucre, esto motivó la migración masiva de pobladores de diferentes lugares y preferentemente de Mira” como lo dice don Alfredo Urresta Sola en entrevista hecha en 1980, quien trabajaba en compañía de sus hermanos Octaviano y Guillermo Urresta Sola en calidad de subcontratistas, eran especialistas en la construcción de túneles, que permanecen como mudos testigos del trabajo de cientos de personas.

Además Castro acota: “Para 1945 se aceleraron los trabajos, llegando el ferrocarril hasta la pequeña población de Salinas de Ibarra, zona productora de aguardiente y sal, además de estar rodeada de hermosos y fértiles valles”.

¿DEBEMOS ELEGIR A LOS DELINCUENTES?

¿DEBEMOS ELEGIR A LOS DELINCUENTES?

En el Ecuador, cuando se comienzan a percibir los primeros embates del período electoral que se avecina para el año 2.021, el leer las noticias de forma inevitable me siento transportado a las historias tenebrosas del medioevo, cuando las ciudades sentían el asecho de ejércitos de mercenarios que buscaban apropiarse de los bienes de la ciudad, someterla o apropiarse de ella.

Las historias relatan como cuando llegaba la noche, los grupos de asechadores, encontraban la oportunidad para apropiarse de los bienes de los habitantes de las ciudades, violentar a sus mujeres, secuestrar a sus niños, asesinar a sus opositores y dejar tras de sí ríos de desolación y muerte.

9 de agosto Día Nacional de la Cultura

9 de agosto Día Nacional de la Cultura

UN HOMENAJE IMPRESCINDIBLE A LOS ARTISTAS ECUATORIANOS POR SU APORTE VITAL A LA PATRIA A TRAVÉS DE LA CULTURA.

Y UN ABRAZO FRATERNO A LOS GESTORES CULTURALES CARCHENSES.

Para entender el valor de la cultura debemos referirnos al razonamiento que algunos dan por falso pero, verdadero o no, tiene un gran peso de razón, del Primer Ministro del Reino Unido Winston Churchill (1874-1965), en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército británico tenía serias dificultades económicas, uno de sus asesores le aconsejó tomar para la guerra una parte del presupuesto de la educación y la cultura y el líder político se opuso, él sostenía que no era posible hacerlo, porque entonces “no habría como explicarle a su pueblo quienes son y porque luchan”.

Insistimos, verdadero o no, es un mensaje inteligente, sabio, estratégico y digno, que debería hacer pensar a los lideres políticos que no son capaces de valorar el aporte fundamental de la cultura en la sólida construcción de la patria.

En el Ecuador, el controversial y cinco veces presidente José María Velasco Ibarra, el año 1.944 creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana y en el año 1.975, el dictador Guillermo Rodríguez Lara, consagró al 9 de agosto como el Día Nacional de la Cultura e instauró el galardón que reconoce cada año a lo mejor de la cultura ecuatoriana, el Premio “Eugenio Espejo”.

EFECTO DEL ENEMIGO COMÚN

Una lectura obligatoria en tiempo de PANDEMIA

Daniela Mora Santacruz presenta:

 

EFECTO DEL ENEMIGO COMÚN

“The Robber´s Cave Experiment”, es un famoso experimento social que se realizó en 1954 en el Estado de Oklahoma, cuyo fin fue el estudio del origen del prejuicio en los grupos sociales.

Muy al estilo de El Señor de las Moscas, un grupo de 22 chicos, con edad promedio 11 años y experiencias de vida similares, fueron asignados en 2 grupos, en áreas distintas y alejadas de un campo, con el fin de que, en un inicio no supieran de la existencia del otro. De acuerdo a los registros del experimento, los investigadores cortaron los vínculos de amistad preexistentes al interior de cada grupo y después de dos o tres días, ya se habían desarrollado jerarquías sociales internas.

 

Una vez divididos, y ya con conocimiento de la existencia del otro, la hostilidad no tardó en aparecer e incrementarse de manera exponencial, volviendo la convivencia peligrosa en muy poco tiempo, lo que obligó a los investigadores a dar por terminada lo que se llamó la segunda fase o de hostilidad; y aplicar “metas súper ordenadas”, para disminuir la fricción y promover la unidad. Se les asignaron tareas que requirieron la cooperación de ambos grupos, ya que de otra forma no podrían ser completadas y ¿qué creen que sucedió?

“ANÉCDOTAS Y MEMORIAS EN LA FRONTERA NORTE CONTADAS POR LOS ABUELOS”

“ANÉCDOTAS Y MEMORIAS EN LA FRONTERA NORTE CONTADAS POR LOS ABUELOS”

(COMUNIDAD EL MIRADOR DE LOS PASTOS).

Al recibirnos don Emeterio y su esposa doña Laurentina en su casa campestre en El Morro cerca del puente de Rumichaca, un ambiente de paz se juntó en el lugar que charlábamos, de alguna forma, recuperamos el aliento, no todo estaba perdido, la epidemia no nos arrebataba nuestros sueños y si es que había un apocalipsis en los noticieros a este lugar no había llegado.

Un gato ronroneaba en la falda de la abuela y los hijos y nietos de la pareja venerable tenían la seguridad que todo marchaba bien al vernos tan cubiertos de mascarillas y rociados de alcohol. Sobre todo, la sonrisa de don Emeterio y la memoria prodigiosa de doña Laurentina hicieron que las horas pasaran volando.