LA REZANDERA Y EL OBEDIENTE
Había una vez un país de caricatura, gobernados por monigotes de caricatura para un pueblo al que creyeron estúpido.
Bastaba poner a cargo del dinero del país al mejor guardián, al más obediente, al más celoso, al ortodoxo, al dócil admirador de la banca especuladora, al que por hacer la tarea le han dado un lindo puesto de vicepresidente de la banca internacional.
Y para que al pueblo le vaya bien han puesto a la rezandera, para que vaya a San Pedro en una misión peligrosísima, y arriesgando su vida como en las películas de "Misión Imposible" y nos traiga saludos y bendiciones.
Había una vez un país de caricatura, gobernados por monigotes de caricatura para un pueblo al que creyeron estúpido.






