Por fin había llegado el día en que iba a funcionar la iluminación de los escenarios deportivos en el parque de la antigua laguna en la ciudad de Tulcán y con mi grupo de amigos habíamos planeado que esa noche jugaríamos vóley en las canchas de polvo de ladrillo.
EL CHEPITO ESTÁ QUEDADO EN EL PUETATE…
El deporte
El lugar acordado para la reunión fue mi casa, a la que fueron llegando alrededor de las siete de la noche, mientras las sombras se insinuaban en el cielo, nosotros ya nos preparábamos con la ropa deportiva, los zapatos adecuados y la inmensa alegría de compartir el deporte con los amigos de siempre, los de toda la vida.
El juego nocturno producía sensaciones diferentes, había que agudizar más los sentidos, reconocer la trayectoria del balón con luz artificial tenía su encanto especial. Con el paso de las horas nos enfrascamos en reñidos partidos de vóley, entre saltos, sacadas, alzadas, batidas, ganchadas, clavadas increíbles, risas y una que otra palabra soez que matizaba de manera deliciosa la jornada, así pasaron como una exhalación las horas dedicadas al deporte.


Son algunos motivos trascendentes que hacen de esta celebración un día muy especial, entre ellos: 
