EL ABUSO DE LAS GRANDES CADENAS DE SUPERMERCADOS

La funda de leche ya no tiene 1000 centímetros cúbicos, tiene 900; el papel higiénico se ha vuelto delicadito y no soporta el rigor de su trabajo; un trozo de carne de res bordea los 50 dólares, por citar tres ejemplos simples demuestran que los supermercados y algunos de sus proveedores tienen una actitud abusiva y desaprensiva con sus clientes.

EL ABUSO DE LAS GRANDES CADENAS DE SUPERMERCADOS

En el Ecuador y en algunos países como la Argentina, murió el concepto de “calidad” y ahora impera el concepto del “mínimo posible”.

Y lo más grave, en una actitud abusiva e injustificada, ante la impasividad de los miles de clientes de las cadenas de supermercados que a vista y paciencia de todos, deterioran la calidad o la cantidad de sus productos y los precios se mantienen o tienden al alza.

Total, las personas que compran (LOS CLIENTES) no parecen caer en cuenta de nada, o tienen demasiado dinero o no les importa, o andan tan distraídos con el poder seductor de las redes sociales o andan secuestrados por el celular en la mano y a la altura de los ojos, o los tienen atrapados los triunfos de Carapaz o en el fútbol. Al parecer nos han logrado ESTUPIDIZAR de tal manera, que pueden abusar de nuestra ingenuidad y de nuestra economía con toda la tranquilidad del mundo. 

Total, los distraídos compradores toman los productos de forma mecánica, llegan a la caja y pagan. Nadie parece percatarse de este método sutil de atraco a la economía de los consumidores.

 Si me llama la atención el rol de las autoridades, la mansedumbre de la “Defensoría del Pueblo”, institución anodina, sin punch, sin capacidad para sancionar a nadie, una institución inútil, además de un ejecutivo, que hace mutis porque o no se percata de lo que está pasando o es cómplice de la actitud abusiva de los monopolios y un legislativo que grita a los cuatro vientos que es una institución a la cual los problemas del pueblo NO le importan, porque ellos tienen sus propios intereses, su propia agenda.

Yo creo que las autoridades también son personas, que se alimentan, que tienen necesidades biológicas y que cuando tienen en sus manos el papel higiénico, deberían percatarse que está delicadito y proclive a que este no pueda cumplir con su cometido y causar algún incidente desagradable de aseo, que ponga en entredicho la resistencia y la calidad de los productos que consumimos los ecuatorianos.

Los hechos demuestran que el comercio formal e informal actúa bajo el mandato de la ley de la selva, dónde podrán sobrevivir los más ladinos, los sin escrúpulos, los más truchos, los de mejores amistades, los intocables.

Y así nos va.

Los millones de consumidores en manos de los CEOs de las grandes cadenas de supermercados, genios de las finanzas y el mercado, que no tienen empacho en meterle la mano a sus consumidores, porque en ellos NO cabe conceptos como la solidaridad, el esfuerzo conjunto, ellos solo entienden y ejecutan su único dogma en el cual creen y siguen de manera fiel e inequívoca, “minimizar los costos e incrementar la utilidad”, por supuesto, la de los más poderosos a costa de millones de ecuatorianos distraídos, ingenuos y sin la capacidad para caer en cuenta de los que les están haciendo y peor de reclamar.

 

Jorge Mora Varela