El caminante

El Toño empuja su carro reciclador que fue armado con fierros viejos encontrados en la basura. Desde muy temprano sale de la pieza que comparte junto a una veintena de paisanos, en una casa cerca del río Tajamar. Desde el filo de esa casa sembrada en la ladera de la ciudad, el Toño recuerda cuando soñaba con ser arquitecto y construir edificios ecológicos ¡sí! un día creyó en el futuro, pensó que podría ser profesional, tener una vida mejor; incluso cuando la cosa se puso fea y salió de su tierra, lo hizo con una maleta cargada de proyectos, que poco a poco se fueron gastando. Ahí donde se lo ve, él se graduó del bachillerato con excelentes notas, le encanta dibujar y lee todo lo que encuentra a su paso; pero la vida es así, ahora, se lo mira, caminando por todas las calles de esta fría ciudad, rebuscando en la basura, tesoros escondidos, ya que no solo recicla papel, plástico y lo que pueda vender, también le da uso a todo aquello que su creatividad le permite, porqué para recursivo es número uno, y así, llegó a armar una especie de cama con toda esa madera que consiguió en los contenedores, y con esas ropas viejas formó un colchón, en el que todas las noches luego de esa larga jordana, tipo once, se recuesta junto a su hermano.