NO LA PUDO DETENER

NO LA PUDO DETENER

Una historia de amor, como las que se dan en mi pueblo.

El tenía la imagen de ella como si fuese un holograma inquietante, doloroso y lo martirizaba, en las últimas semanas había entrado en un estado de enajenación permanente, la podía ver, pero no la podía detener, se le escapaba de las manos y esa angustia lo llevaba al límite de la locura.

Esa pesadilla la tenía al acostarse, a media noche y bañado en sudor, en la mañana, en la tarde, en casa, en el colegio, en la noche, a toda hora y en cada lugar.

Es que debió detenerla o irse con ella, pero solo fue como un holograma que se escapó de sus manos.

caer

Cuando la vio por primera vez, ella llenó su espacio, era hermosa, como ninguna mujer, como nadie, como si los dioses hubiesen creado una criatura perfecta, para que abarque toda la atención de aquel joven que pintaba sus primeras pinceladas de hombre.

Si pronuncia tu nombre te lleva

Si pronuncia tu nombre te lleva

Los invito a conocer una página obscura del Realismo Mágico Carchense.

Aquella noche, como tantas veces estábamos en el parque principal de la vieja ciudad y la banda del pueblo entonaba con alegría las viejas melodías de siempre, ante el gusto de unos cuantos que aplaudían y bailaban con discreción y las conversaciones bullangueras de otros tantos.

Esa era la manera en la que esa gente sencilla, terminaba la semana de trabajo y cada cual contaba sus logros o sus frustraciones, sus venturas o sus desventuras o se comentaba las noticias que llegaban escritas en el periódico mañanero pero que apenas llegaba al pueblo cuando ya moría el día.

muerte

Como siempre soplaba el viento helado que venía desde el oriente y que se colaba por las calles transversales del poblado, por esta razón todos se protegían con sus ponchos, abrigos, chalinas, mantas y sombreros.

¿Debo ir a buscarlo?

¿Debo ir a buscarlo?

Debo Ir

¿Por qué si solo es un hombre?

Desde hace algunas semanas, el recuerdo de un viejo y querido amigo se hizo presente y lo hizo de forma obsesiva en mi mente y en mis sueños, pero no alcanzaba a entender la recurrencia de la imagen de él, era inquietante, incómodo, podría definirlo como perturbador.

Pero no podía comprender ¿Por qué?

De él, no había sabido desde hace tantos años, desde la vida en el pueblo, solo recordaba que las tardes de verano era parte de los partidos de futbol o de las bromas y de las risas alrededor de la convivencia del barrio y no recuerdo cuando fue la última vez que hable con él. Yo solo seguí por los derroteros imprevisibles en mi camino de vida y mi amigo como tantas personas salieron de mi contacto frecuente.

Así es la vida.

Sin embargo, desde hace algunos días su imagen la tengo presente, de forma recurrente, aunque difusa, inquietante, aunque nunca he sabido nada de él, ni de su historia.

Hasta esta tarde cuando en el ejercicio de la posmodernidad, abrí la las páginas digitales de los medios informativos cercanos a mi pueblo y a mi historia, entonces leí una noticia que me impactó de manera brutal, de tal manera que apenas unas horas más tarde atiné a reaccionar.

PERO TENGA LA CUCHARITA

Del baúl de los recuerdos del Realismo Mágico Carchense, los invito a disfrutar de:

 

PERO TENGA LA CUCHARITA

 

Una historia con cuyes, hornado y papas.

Mi padre fue uno de los invitados a la celebración que organizaron unos amigos cercanos con motivo del grado académico de uno de los chicos amigo de la casa. En la ceremonia hubo un brindis con un espumante importado y luego brindaron unos bocaditos mientras las personas charlaban de pie.

En el espacio de unos cuantos minutos, mi padre perdió su alegría y permaneció en un mutis incómodo por el tiempo de celebración. Luego de un par de horas se cerró el evento y entonces nos despedimos y cada uno se metió en su vehículo y desaparecimos en medio de un laser de luces de la gran ciudad.

Mi padre exclamó como una forma de alivio: que bueno que se acabó esta vaina, ¡las de mi pueblo eran celebraciones!

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Pase compadre, siga por favor, pase, primero tómese unita y siéntase en su casa.

Entonces entre la música bailable que salía de la radiola empotrada en el mueble de madera matizada entre unita y otrita del licor de la tierra, se disfrutaba del baile alegre de los hombres y las mujeres, mientras los abuelos y los niños dormitaban sobre las sillas, llegaba la hora de comer.

PURO JANCHE

Desde el baúl de los recuerdos en el maravilloso realismo mágico carchense los invito a leer:

PURO JANCHE

“Puro janche” te han dado en el costal de carbón, gritaba mi abuela.

Ándate al mercado y dile al que te vendió que te lo cambie por otro.

Es que desde que la abuela me mandaba al mercado a comprar el carbón, me lo temía.

carbón 01

Me daba el 1.40, entonces me iba para arriba en el pueblo, llegaba al mercado y en una especie “de tin marín de do pingüé” y dónde el azar lo indicaba compraba el costal de carbón, le pagaba el 1.20 sucres a la vendedora del mercado, luego contrataba al señor que lo cargaba y lo llevaba a casa por 20 centavos y cruzaba los dedos, para que a la abuela quedase tranquila.