Amigos los invito a disfrutar la historia del mundo de Simón
UN TIPO AFORTUNADO
Mi vida en particular tuvo un devenir imprevisible, atípico y de hecho difícil, por la muerte imprevista y prematura de mi padre; yo, el mayor de cinco hermanos y con ocho años de edad, puse sobre mis brazos y mis hombros la responsabilidad autoimpuesta de madurar a la mayor velocidad posible, esa mañana, cuando ni siquiera podía dimensionar el significado de la ausencia repentina y definitiva de mi progenitor.
La clave era crecer y hacerlo de prisa, para ponerme a trabajar, para aliviar la carga de mi madre y el resultado fue que esos años, los de la niñez, pubertad y adolescencia sin la presencia física de mi padre, solo tenía el objetivo de alcanzar la autonomía económica que da el trabajo.
Y así fue, esos tiempos fueron años grises vividos con premura, llenos de urgencias afectivas y económicas, pero llegó el día que pude acceder al mundo del trabajo y la vida volvió a su cauce normal, solo que el costo fue el haber vivido “en blanco y negro” y de manera acelerada esos años de la niñez, pubertad y adolescencia signados por la orfandad paterna.
Ya en el mundo del trabajo y con un ingreso constante, una tarde afortunada, llegué a la Parroquia la Dolorosa de la Ciudad de Tulcán y con ello encontré el marco de referencia para mi vida y con ello llegaron mis mejores amigos y ese fue uno de los giros copernicanos, así, como la llegada a mi vida de Mirta, mi compañera de vida y con ella la alegría de los hijos, migrar a la gran ciudad, la universidad y sus posibilidades en todos los órdenes, la casa de campo y la llegada a mi vida de Simón.
Y este hecho, la llegada de este pequeño inquieto y travieso, tuvo un efecto reparador y significante, cuando esta criatura que estaba destinada a ser el guardián de la casa, tuvo un aliado inesperado, un aguacero infernal, que inundó su precaria vivienda y en ese momento Simón entró a mi corazón.