EL CHINCHINAL, HIMNO DE LOS MIREÑOS
A mediados del siglo anterior, Mira seguía siendo una isla rodeada de grandes latifundios como San José, San Nicolás, Pueblo Viejo, Pisquer, El Hato. Los mireños en su gran mayoría trabajaban en las haciendas en calidad de escribientes, mayordomos, arrieros, huasicamas, peones entre otras ocupaciones y los que laboraban por cuenta propia desempeñaban actividades como la de agricultores, cabuyeros, leñadores, herreros y artesanos en general, lo que traía una dura y difícil situación económica que obligaba a los mireños a emigrar a las grandes ciudades, especialmente a Quito y Guayaquil.
Byron Castro cita: “En marzo de 1940 se firmó un contrato con el Ing. Jizba,… siendo designado Ingeniero Jefe de la construcción del Ferrocarril Ibarra- San Lorenzo, el profesional juzgaba que es preferible el ferrocarril a una carretera y exponía las ventajas de una línea férrea”. Se presentó la gran oportunidad de trabajo para los habitantes de este pueblo, y de muchos otros de varias provincias del país. “Un peón ganaba un real diario, es decir 10 centavos de sucre, mientras en el ferrocarril el diario era de un sucre, esto motivó la migración masiva de pobladores de diferentes lugares y preferentemente de Mira” como lo dice don Alfredo Urresta Sola en entrevista hecha en 1980, quien trabajaba en compañía de sus hermanos Octaviano y Guillermo Urresta Sola en calidad de subcontratistas, eran especialistas en la construcción de túneles, que permanecen como mudos testigos del trabajo de cientos de personas.
Además Castro acota: “Para 1945 se aceleraron los trabajos, llegando el ferrocarril hasta la pequeña población de Salinas de Ibarra, zona productora de aguardiente y sal, además de estar rodeada de hermosos y fértiles valles”.