Extraño las misas de mi pueblo
Entre ellas las de mi querido Padre Edison
La MISA, el oficio religioso cristiano, es una ceremonia de altísimo valor simbólico en el mundo católico y por lo tanto de íntima y profunda valoración, respeto y significado para la mayoría de las personas, las familias y las instituciones, al menos en el contexto dónde he nacido y dónde vivo.
En estos días hemos tenido que soportar en una misa en la ciudad de Quito, dónde vivo, la posición impositiva, excluyente, cerrada y dogmática de un señor cura que me ha hecho extrañar más que nunca las homilías de mi Pueblo: La Diosesis de Tulcán y entre ellas las del Padre Edison, en la Parroquia la Dolorosa.
Porque ¿Qué pasa cuando el sacerdote construye la homilía de la misa que está oficiando, con un discurso elaborado con posiciones homofóbicas, machistas, patriarcales, excluyentes y sobre todo con una evidente ignorancia, atraso y con la utilización de posiciones oscurantistas, por lo tanto retrógradas y retardatarias?
¿Cuál es la responsabilidad social de este tipo de personajes que embestidos de una posición de autoridad espiritual tienen con la comunidad?






